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El ruidoso secador de Valtierra

La autopista navarra, a su paso por Valtierra, dispone de sendas áreas para atender al cliente. Si vas a Tarragona, aprovechas la que encuentras en esa dirección. Primero accedes al surtidor de gasofa , felizmente algo más barata. Agarras la manguera, llenas el depósito, coges un paquete de caramelos para la garganta, una botella de agua y abonas el importe al gasolinero.

Mueves el coche 50 metros y lo detienes en el restop. Directamente al baño. Sacas la otra manguera y en este caso vacías el surtidor tratando de dar a la puñetera arañita que han colocado en el frente para que apuntes bien y no mees fuera. Hay jabón para limpiarse y agua para aclararse. ¡Y un secador! Cuando aprietas el interruptor se inicia un movimiento de aire, acompañado de un ruido generosísimo, no menor al de un avión en pleno despegue. Tiemblan el suelo y las paredes. Retumban los cuerpos. Así varios meses, sin que se perciban síntomas de cambio a mejor. El secador no pasa desapercibido.

Lo mismo que nuestro equipo. Cada vez que se enfrenta a un rival, acude con la ilusión de un cadete. Sabe que una victoria le recupera y la busca con lo que dispone, que, hoy por hoy, no es mucho. Pero se entrega y se vacía en cada compromiso. Lillo se inventa cosas. Ayer, tres centrales con Dramé y monta un tinglado que le da frutos en el descuento gracias al acierto de Iñigo Díaz de Cerio quien, en la única ocasión que dispuso favorable, la mando al fondo de la red.

Antes se estrenó Moha como goleador. El equipo jugó sus mejores minutos hasta el descanso. Le faltó un poco de exactitud en el último pase para haber cazado pieza y sentencia. Más tarde, de falta fantástica, Moisés empató. Llegaron los apuros, pero salimos y sumamos tres puntos que supieron a gloria bendita. Llegan a tiempo para el derbi del sábado. Pero esa será otra historia. Lo bueno es que acabamos con la sequía. Lo mismo que el secador de Valtierra

No quisiera pasar por alto una coincidencia. Justamente ayer, por primera vez desde el inicio de la competición, la Real saltó al campo con su tradicional camiseta. En caso se dejó ese espanto amarillo–verde que le acompañó en todos sus desplazamientos. Casualmente, luciendo los colores de siempre, los txuri urdin ganaron su primer encuentro lejos de Anoeta. Será mera coincidencia, pero me gusta el hecho y su deriva.

Iñaki de Mujika