A Federer le han sacado a raquetazos de una pista de tenis. Esta vez ha sido Soderling en la tierra batida de Roland Garros. Volvemos a la eterna discusión. La maña o la fuerza, el arte o la guerra, la preparación física o la técnica. ¿O la suma de ambas?. El suizo lo intentó por todos los medios, pero el sueco no enseñó fisuras y terminó doblegando al número uno del ranking. Su tenis no brilla, pero gana y cómo ese es el objetivo en el deporte de alta competición, se da por bueno.
Lo reconoce sin ambages. "Juego para mí, no para el público". Los asistentes al encuentro le pitaron muchas veces, tantas cuantas obligó al juez de silla, el catalán Enric Molina, comprobar una marca en la tierra. Soderling había jugado hasta ayer un montón de partidos frente a Federer. Los había perdido todos hasta que llegó el enfrentamiento número trece. La teoría otorgaba el papel protagonista al número 1, pero el deporte no siempre es ciencia pura y otorga sorpresas como esta.
El sueco puede perder el puesto más alto del ranking, si Nadal gana el torneo. Si eso pasa, Pete Sampras mantendría su record de 286 semanas consecutivas al frente de la clasificación de tenistas. Los datos de Federer en los últimos años impresionan, del mismo modo que la velocidad del saque de Soderling, en torno a los 220 kms hora.
Están servidos los cuartos de final. La sorpresa Soderling medirá sus fuerzas con Berdich. Tal para cual. Concurso de pelotazos y raquetazos. ¡A ver quien la manda más lejos!. Desde hace tiempo se impone la fuerza, la condición física. Esta mañana mientras tomaba café en la habitual tertulia ha surgido precisamente este tema. Pero en versión femenina. La pregunta que ha surgido ha sido clara. Tenistas como Martina Navratilova, Mary Pierce, Gabriela Sabattini, y compañeras de esa generación, ganarían hoy a las poderosas Schiavone, Dementieva y compañía.?. Posiblemente, no.
El público se ha ido adaptando a las nuevas realidades. Ahora, casi todo se resume a saque y volea. Cuanto menos duren los tantos, mejor, entre otras cosas porque juegan casi todos los días y las grandes figuras no pueden fallar. La exigencia, al servicio del éxito.