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Erre que erre

Unai Emery ha renovado su contrato con el Valencia por una temporada más. Será la cuarta en el banquillo del conjunto ché y batirá casi un record. Desde el año 1970 no ha habido un solo técnico que haya durado cuatro años seguidos en la entidad de Mestalla. Fue Alfredo di Stefano quien enlazó cuatro ejercicios consecutivos hace cuarenta años.


Esta realidad pone de manifiesto lo complicado que es dirigir a la plantilla valencianista. Demasiadas tensiones, demasiados intereses, muchas acciones repartidas en manos de pocos y una presión mediática forman el habitual paisaje alrededor del técnico que acepte la oferta. Emery no ha cumplido aún la cuarentena y sobrevive a cualquier marea. El de Hondarribia parece kamikaze.

Se empeñó en seguir entrenando al Valencia. Sus representantes conocen el interés de bastantes clubes por hacerse con sus servicios. No hay que irse muy lejos de aquí para saber que le quieren y que sueñan con verle dirigiendo a los suyos. Pero para Emery Mestalla sigue siendo un reto.

Por segundo año consecutivo, el equipo del Turia concluye tercero en la liga y accede directamente a Champions. Es el mejor después de los dos grandes. Pese a que le traspasaron a Silva y Villa, el rendimiento no ha bajado de peldaño y mantiene su valor. Está muy lejos del Barça, que le ha sacado veinticinco puntos, y del Madrid. Tal vez sea imposible mejorar el nivel, y tal vez no sea fácil que los valencianistas encuentren un técnico como él.

En el camino ha habido momentos de tensión, malos rollos, rumores de cese, pero al final han vuelto a darse la mano. Da la sensación de que el presidente Manuel Llorente y el entrenador se necesitan. El uno porque consolida su proyecto ahorrando y garantizando la buena gestión del grupo y los resultados. El otro porque es un cabezón, erre que erre, en su lucha personal por hacer un gran Valencia y no dar una sola batalla por perdida. La cuerda, pese al acuerdo, se estira y sigue tensa.

Iñaki de Mujika