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Arrate

El Arrate no ha podido lograr el aval que necesitaba para seguir un año más en la liga Asobal de balonmano. Es algo así como la crónica de una muerte anunciada. Las deudas son enormes, la capacidad de hacer frente a ellas, complicada, más aún si nos encontramos con que ninguna institución política o financiera ha dado un paso al frente tratando de salvar los muebles. A lo visto, muerte dulce.


La economía del club eibarrés no ayudaba a creer demasiado en un final feliz. El pasado mes de abril se hicieron públicas las cifras. El compromiso de la entidad con sus acreedores era de un millón seiscientos mil euros. Visto así y en tiempos de crisis, el optimismo no era compañero de viaje. Entró la política en juego, pidiendo la cabeza del presidente que durante años lideró un proyecto personal e irrepetible. Por salvar el futuro y la continuidad, dimitió. Iñaki Bolinaga y su gente salieron por la puerta de atrás y con la pena agarrada de la mano.

Se creó una comisión gestora a la que prometieron ayudas oficiales que no llegaron. Los plazos se cumplieron paulatinamente. Se prorrogaron tratando de comprar tiempo, pero éste es inexorable y pese a los deseos de sanear la entidad y de empezar un nuevo proyecto, no ha habido luz en la oscuridad del túnel.

Paralelamente, el primer equipo, o lo que quedaba de él, se desmembró. Ni entrenador, ni jugadores, ni plan, ni nada que ayudara a creer que la situación iba a revertir. La última fecha llegó sin respuesta. No hay aval, condición innegociable para competir en la máxima categoría. Otro club ocupará su plaza pocos días antes de que una asamblea, previsiblemente, decida la desaparición del club. Eso sucederá el 1 de septiembre.

Y hablo de desaparición porque es la única forma viable, por raro que parezca, de continuidad. En el camino se han producido distintas sentencias contrarias al club, después de producirse denuncias por impagos. Condenados a responder, la sociedad se encuentra con las cuentas embargadas y en cuanto entre un euro, de inmediato, su destino es para los acreedores. Una continuidad taimada alertaría de nuevo a todos los afectados por impagos. Lo recomendable será incorporarse a otro club ya creado y poner a su disposición todo el bagaje de jóvenes jugadores, la cantera de juveniles y cadetes, para que puedan seguir compitiendo. Debabarrena sería una posible solución.

Queda por confirmar el equipo que acceda a la División de Honor desde la categoría inferior, queda saber qué decisión adopte la Comisión Mixta a la vista de los acontecimientos, Queda por saber quién se va a atrever a liderar en Éibar un nuevo proyecto que parta de cero y que mire hacia el futuro. Muchas incógnitas.

Iñaki de Mujika