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Un proyecto humilde para volver a empezar

Coinciden casi en el tiempo dos hechos que se relacionan con el ciclismo. Uno está focalizado en Madrid con la Operación Puerto y el otro en Derio con el comienzo de un nuevo proyecto de la Fundación Euskadi. Entre ambas realidades no existe la menor relación, pero las dos corresponden a la bicicleta.

Por un lado se juzgan las presuntas prácticas delictivas de un afamado doctor y las posibles trasfusiones de sangre realizadas a deportistas, preferentemente corredores profesionales. No hace falta ser un Einstein para entender que todos los procesos que se relacionan con estas prácticas buscan el mayor y mejor rendimiento de los deportistas. Aquí el código ético no existe.

En paralelo, la ilusión de los que empiezan, de los chavales jóvenes que sueñan con ser ciclistas. La Fundación Euskadi lleva veinte años al servicio de este deporte. Sería muy decepcionante que todos los esfuerzos acumulados en el tiempo se cortaran de raíz y sólo se pudiera hablar de pasado.

Miguel Madariaga se ha esforzado por evitarlo y ha conseguido, no sin esfuerzo, sacar adelante un equipo continental con muy pocos recursos, pero con la experiencia del aprendizaje de tantos años. Diez corredores, un director, muchas ilusiones y una nueva experiencia en tiempos de crisis. ¿Qué podría haber sido mejor y distinto?. Probablemente.

Lo importante es que estos corredores sientan cariño, aprendan a convivir en el pelotón profesional, con sus esfuerzos. Nada más. Trabajo y lealtad.

Hemos vivido en tiempos recientes todo el “affaire” Lance Armstrong, cuya respuesta ha dejado maltrecho este deporte. Ahora, cuando termine la historia de la Operación Puerto nos encontraremos a buen seguro con otro pastel.

Por eso, cuando los proyectos hablan de futuro, de apuesta por la juventud, sólo cabe solidarizarse con ellos y apoyarlos. Euskaltel Euskadi y la Fundación ahora van por separado cada uno con un plan y unos objetivos.

La entente cordiale dejó de serlo y ambas partes se miran de reojo. El nuevo proyecto de los jóvenes ciclistas sigue siendo la base sólida para el futuro. Lo hermoso será poder ver un día a estos chicos en el pelotón de los mejores, vestidos de naranja y salvando todas las vicisitudes del camino.

Iñaki de Mujika