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Sin delirios de grandeza

Llevaba Igor San Miguel unos cuantos años proponiéndome compartir mesa en un rincón que le parece estupendo. Siempre hay una primera vez para todo y, por fin, en medio de jornadas estresantes, pusimos día y hora para sentarnos en el Mesón Lugaritz de la avenida de Tolosa donostiarra. Es un lugar pequeño, recogido, que pasa desapercibido.  Una barra  con pintxos sirve para que con Cristian Alberdi que también compartirá mesa nos bebamos un par de zuritos y una banderilla de toda la vida (huevo duro, gamba, aceituna y mahonesa).

 

Toñín Cano es quien gobierna el sitio y el equipo que se esmera en que todo salga como ellos quieren. Por fin, nos acomodamos y escuchamos muy atentos la carta de primeros y segundos. Son platos del día, productos de mercado. Hay suficientes como para dudar. Se imponía el hambre, así que decidimos compartir tres primeros: una deliciosa ensalada de tomate con aceite de Igea, unas guindillas de Ibarra y unas rodajas de morcilla de arroz con pimientos confitados. Luego, cada uno el segundo. Merluza frita, por un lado. Antxoas fritas, por otro y unox txipirones en su tinta que correspondían a mi antojo. Cierto es que dudé, porque a la mesa de al lado, en la que se sentaba gente trajeada y encorbatada, llegaron unas albóndigas con una pinta…macanuda.

Igor eligió como siempre uno de esos vinos que conoce y controla. La botella se vino abajo en un plis plas. La lista de postres no desmerecía de los anteriores. Cuando escuché la palabra natillas sentí un hormigueo por todo el cuerpo, pero se impuso una razón algo pazguata. Pensé que si las pedía, los otros dos se iban a despiporrar. Pregunto si la cuajada es de casa. Tras el sí, confirmo. Cometo un error de principiante, porque soy el primero en contestar. Acto seguido, los dos piden natillas. Tierra, trágame.

Luego, larga sobremesa con dos cafés sin copa. Toñín se animó a la charla. Le encanta el ciclismo y es un habitual en las etapas pirenaicas del Tour. Hablamos de los quesos franceses, de sitios en los que comprarlos. Repasito por los vinos del Loira, de los Sauternes y de uno, vasco, dulce, Itsasmendi, espléndido para acompañar foie o queso. Siempre se aprenden cosas nuevas. Y además es bueno hacerlo de personas que conocen y experimentan sin ningún delirio de grandeza.

Tres horas después de llegar, nos levantamos con la sensación de que todo había merecido la pena. Gente muy amable. Cada uno en su papel y ganas de volver y probar ese plato de jamón que todo el mundo valora como excepcional. Hacía tanto calor que esperaremos a la próxima. No creo que tardemos mucho en volver.

Como te he dicho, es un sitio pequeño. Por eso, será bueno que reserves por si acaso.

Datos de la ubicación:

 MESON LUGARITZ.

Avda. Tolosa, 77 • 20018 DONOSTIA.

 Tfno.: 943 21 85 03. 

Iñaki de Mujika