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¡Comienza la operación mesa con faldón!

En cuanto Iglesias Villanueva pitó anoche el final del partido, mi cuerpo empezó a sentir suaves vibraciones extrañas, emocionantes, como un tic-tac de llamada, un anuncio, o, simplemente, un agárrate que vienen curvas. Bajé las escaleras y, como casi siempre, a la altura de los palcos un olorcito reparador, para los que lo disfrutan, de pinchos fríos y calientes que a esas horas te comerías cien. Intenté ver si algún conocido era capaz de invitarme "a algo", pero como han puesto un parapeto protector, un guardia jurado y una alarma, date por jodido. Alcancé los vestuarios para las entrevistas y dado que todo el mundo se iba de vacaciones, el que no corrió, voló. ¡Zorionak ta urte berri on, moñoños!.


No quería volver a casa, así, sin más. Y aunque no estaba para cohetes, decidí pecar con un par de cañitas y otro par de pintxos de tortilla con los que tranquilizar al pelma de mi estómago, que llevaba tres horas gritando: "Iñaki, que estoy aquí". En ese preciso instante entendí que comenzaba la operación "mesa navideña con faldón", consistente en cumplir con una agenda abarrotada de acontecimientos gastronómicos incluidos los sacramentos. Es decir, txistorrada en Santo Tomás, niños de San Ildefonso que traerán salud, aperitivo en la empresa, pesebres, comida con estos, cena con aquellos, gala de periodistas, acto cultural en Azkoitia, viaje, turrones, polvorones, mazapanes, quisquillas, volovanes rellenos de no se sabe qué, pimple por aquí, pimple por allá, churros y porras para desayunar, piscolabis, citas con periflús…así la primera semana que es la que empieza mañana.

En la segunda, más cenas, más comidas, el partido de Euskadi, más cenas, más comidas, un encuentro casual, otro previsto, champú para despedir el año. Cantar el ¡Dios te salve!. Otra vez turrones, polvorones, mazapanes, langostinos, cremita goxua para templar, algo de carne, compotita, sobras, hasta que el gilipollas de mi estómago grite. "Iñaki, unas vainas por favor". Año viejo, año nuevo, melocotón. ¡No en almíbar, precisamente!. Partido en Zaragoza, si no se suspende. Parada y fonda en Tudela. Llegada al Ebro. Visita al santuario para pedirle a la "Pilarica" por estos chicos que visten a rayas blanquiazules, que tan buenos son, que tan bien se portan y que queremos tanto. Vuelta. Carta a los Magos, porque al Olentzero nunca me da tiempo. Cabalgata. Regalos, gallumbos, pijama, colonia barata. Roscones gloriosos para untar en el café con leche. Hasta que llegue el lunes y termine este maratón imposible. Entonces no me atará el pantalón y las camisas estarán más prietas. Corriendo a las rebajas de tallas grandes. El martes, a fruta.

Eso no le sucede a Emery que cada día que pasa recuerda más al "Buscón" de Quevedo. Flaco, enjuto, cetrino, narigudo, agramiza. Cuidado que hace unos meses le avisé y le dije que no debería continuar en ese banquillo, que en el Valencia se sufre mucho, que ya había cumplido con creces, que no podía mejorar, que le notaba envejecido, lleno de arrugas, mucho mayor de la edad que tiene, que está de los nervios, que el vestuario y el entorno le iban a matar, que el Unai que siempre he conocido no era así… ¡Ni puñetero caso!. Ahí sigue, tragando sapos, carros y carretas. Aguantando las mareas y los tsunamis y, según él, disfrutando de su profesión. Le apetecía mucho venir a Anoeta. Esta vez se sentó en el banquillo visitante, pero su sueño, algún día, es ocupar el otro, el local.

Por ahora, y que le dure, la propiedad del mismo corresponde a Martín Lasarte y su grupo, incluido el renovado Loren que fue quien le trajo. Nos va bien con todos ellos, porque han conseguido además de resultados, madurez, serenidad, tranquilidad y dosis altas de acierto. Si Demidov e Ifrán suman, ni te cuento. Como hasta el año que viene esta sección descansa, sean ustedes felices y vivan en paz, a pesar del pedazo de disgusto que nos llevamos ayer en los descuentos. Partido que se mreció ganar, pero se perdió. Nos faltan tablas o manejo mejor de las situaciones. 

Apunte final: ¡Los curas, las monjas y los frailes se hincharon a sacudirnos reglazos a muchas generaciones de vascos porque no poníamos acentos en los dictados. Ahora, vienen los listos de los académicos y no se les ocurre mejor idea que quitarlos y mandar a tomar por saco las normas del Miranda Podadera!. ¡Qué aburrida anda la gente!.

 

 

 

Iñaki de Mujika