El beaterio puede optar por dos caminos. Uno, optimista. Es el que anuncia que todos los rivales que nos quedan no van a ser el Numancia y el Sporting y que podremos sumar puntos en otras circunstancias. ¡Queda mucho!, anuncia la feligresía. Es verdad, nos falta un mundo de jornadas y cualquier cosa puede pasar. Deseo fervientemente que sea buena.
La Real se adapta a las situaciones de una manera envidiable. Toca Semana de Pasión y se la toma al pie de la letra. Lleva a sus fieles por el camino de la derrota frente a dos de sus directos rivales. Para más "INRI", casca en los últimos minutos. Y en concreto ayer, por culpa de un fuera de juego que ni el linier, ni el árbitro vieron o se atrevieron a ver. Que de estas ya hemos contado bastantes.
El beaterio puede optar por dos caminos. Uno, optimista. Es el que anuncia que todos los rivales que nos quedan no van a ser el Numancia y el Sporting y que podremos sumar puntos en otras circunstancias. ¡Queda mucho!, anuncia la feligresía. Es verdad, nos falta un mundo de jornadas y cualquier cosa puede pasar. Deseo fervientemente que sea buena.
El otro camino es el derrotista. Nos hemos dejado seis puntos en el camino. Nos han ganado dos directos rivales, a los que no marcamos ningún gol y que en el valor final de cada contienda nos han dejado con la popa al descubierto. Sendos 1-0 que hacen daño sobre todo en la autoestima.
Ayer en la rueda de prensa de El Molinón le pregunté a Eizmendi si temía por su equipo. En concreto, si podía comenzar a dudar de sus posibilidades, disminuyendo su autoestima a raíz de las dos derrotas consecutivas. Me dijo a su manera que "no". Durante la semana calificó este partido como importante, pero nunca decisivo. Tal vez esa valoración sea hoy también la de vestuario.
En medio del desánimo vive una afición ejemplar. Llenó Anoeta frente a los sorianos y ayer acudió masivamente al escenario de los viajes recuerdos. Muchos futbolistas echaron sus camisetas a la grada, quizás con la esperanza de no volverlas a sentir sobre su cuerpo. ¡La liga la ganamos aquí de txuriurdin y no de amarillo y verde!.
Para no vender negatividad, zozobra y pesimismo, dejo un espacio para la renovación de Xabi Prieto. He hablado con él muchas veces y en todas las circunstancias, incluso en los momentos más complicados, he encontrado una respuesta inequívoca: "Iñaki, me quiero quedar. Créeme". Le creí. Paralelamente, los rumores circulaban a su alrededor. Valía todo con tal de desacreditarle. Ni siquiera, los dirigentes de su club acertaron. Sobre la mesa de su representante, muchas ofertas (algunas descomunales), pero no llegaba la que más deseaba. Y si lo hacía, no alcanzaba los niveles necesarios para el placer.
Le quisieron traspasar como fuera. Posiblemente, se pensó poco y mal en el futbolista. Pasó malos y desagradables ratos. Tragó bilis y supo esperar. El martes ofreció otra lección. Pudo haberse quitado clavos y espinas, respondiendo a quienes le ofendieron. ¡Se reunían para buscar un acuerdo y le reprochaban la no adquisición de acciones del club!. Así era imposible. Tan grande fue la torpeza, que su penúltimo entrenador le sentó pensando que su futuro cambiaba de colores. En medio de las zozobras, vio en Badiola ¡La casa de la luz! (Lighthouse). ¡Que nos ilumine porque nos va a hacer falta!.