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El día que perdí aquello

Corría el año 1981 cuando, ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo, se celebró la vista del recurso interpuesto por los periodistas Felipe Navarro, Yale, y el bilbaíno Jesús María Amilibia contra una sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid. Dicha sentencia les condenaba a penas de dos meses de arresto mayor y a ocho años de inhabilitación profesional por un delito considerado de escándalo público contenido en el libro "El día que perdí aquello" que ellos habían escrito y publicado en 1976. Les defendía un abogado de prestigio, Joaquín Ruiz Jiménez, fallecido hace pocos días.

El libro, que anda por algún rincón de mi biblioteca, recoge la historia de unos cuantos personajes famosos de entonces que contaban dónde, cómo y cuándo perdieron la virginidad. La publicación no ofrecía imágenes, ni podía considerarse en modo alguno pornográfica, puesto que los relatos transcurrían sin mayores sobresaltos. Lo más sorprendente pudiera constituirlo el arrojo de los protagonistas al descubrir sus intimidades.

Pasados los años y con la perspectiva actual, aquel texto hoy sería considerado casi, casi, como el cuento de Caperucita. No hay más que ver en la tele cualquier reality show para comprobar que el listón está mucho más bajo y que se destapan vergüenzas a velocidad de vértigo. Que si éste con aquella, que si aquella con ésta, que si juntos y revueltos…Si toca destaparse, se destapan y Hor konpon mari anton …

A medida que se pierde la timidez, unos y otros dan el paso al frente y se animan. Igual que los equipos de fútbol que se pasan toda la pretemporada escondidos, enseñando lo menos posible y creando dudas entre sus seguidores. La Real ofreció, como todos sus rivales, nubes y claros, pero con esperanza. Agirretxe abrió la lata, pero los canarios se aprovecharon de esas situaciones de inexperiencia, despiste o lo que sea que terminan por decidir. Un punto. Luego, como siempre, las oleadas canarias que tantas veces acabaron por engullir a los realistas.

Afortunadamente, nada más pasó en el entorno de Claudio Bravo, aunque las sensaciones a veces fueran de temor. La Real ni ganó, ni perdió. Empató el día en que no perdió aquello que tanto se valora…Llega ahora el Rayo que no debiera significar un mal trago copero, sino la dignidad de pasar al menos la primera eliminatoria. Luego, metidos en el Centenario será el Murcia quien nos diga qué camino hemos elegido para tan larga andadura. Un pasito al frente en el debut. Algo así como el shirri de una pareja que decide dejar lo bueno para más tarde…La experiencia decidirá. Lo mismo que los unionistas a quienes ayer les pilló el toro. Cuando más dominaban y tocaban la victoria con los dedos, les llegó el revolcón.

Iñaki de Mujika