El diseñador Philip Treacy confirmó en una revista de estilismo, pocos días antes de la boda de los duques de Cambridge, que no acudiría al enlace pero que estaría muy bien representado por los sombreros de algunas invitadas. Sin querer citar a ninguna, confirmó que de su secreto taller salían treinta creaciones. Unas, clásicas y otras, extravagantes. Desde la curiosidad, presté mucha atención a los tocados de las damas y, pasados tres días, compruebo que el irlandés compuso piezas inverosímiles y que en algún caso hay que tener ovarios para ponerse en la cabeza semejantes armatostes. ¡A la vista del elenco, me pido el sombrero de Eugenie.! ¡País, Mikelarena!.
Las princesas Eugenia y Beatriz se presentaron en la puerta de la abadía de Westminster con dos tocados que semejaban panoplias. Hoy, la foto de ambas hermanas sirve como fondo de pantalla a mi ordenador y cada vez que lo abro les miro de frente y reconozco su valor y valentía. ¿Quién dijo miedo?. Las hijas del príncipe Andrés, separado de Sarah Ferguson, son las únicas nietas de Isabel II. Supongo que cuando se encontraron con su abuela, ésta les diría, como todas las amonas, "Qué guapas estáis". El protocolo no lo aconseja, pero no tengo la menor duda de que la feligresía cuando se topó de frente con las señoritas debió desternillarse .Uno de los sombreros recuerda a un micifuz. El otro, inaudito e incalificable.
Tanto como el rededor de los últimos encuentros en la cumbre que han disputado los dos principales equipos del campeonato. Se han portado como los niños que se ponían a mear en fila para saber quién llegaba más lejos. ¡Y tú, más!. No voy a entrar en una guerra que está perdida y que sólo va contar con un ganador: UEFA. La organización se ha frotado las manos, después de abrir varios expedientes. Ha esperado a que pase todo para decidir, pero no me invade la menor duda respecto del pedazo de multa millonaria que les va a caer a unos y otros. Fútbol hemos visto poco. A dos de los mejores equipos del mundo, cuando se enfrentan, cabe exigirles más y a sus jugadores, también. El juego de esta semana no ha sido ni de pasarela, ni de diseñadores. Más bien, zafio. Las patadas no son recurso para alcanzar un fin. ¡Todo no vale!.
Durante los días previos al partido, especulamos sobre las posibles opciones de victoria final ante los catalanes. La Real ha asistido tranquila al devenir de los acontecimientos, mirando de reojo a la lista de Pep y a las posibles ausencias. Guardiola tiró de habituales que completó con canteranos. Diecinueve, entre ellos Messi. El argentino parece incombustible. Lo juega todo. No le cambian nunca. Cuando dicen que se ha roto, se recupera en un santiamén. En el campo da la sensación de no estar, pero aparece y las enchufa con una habilidad pasmosa. Por eso es el mejor del mundo. Guardiola trató de plantear un partido de poco desgaste. Se encontró con el gol de Tiago en el único despiste defensivo de los nuestros y eso le venía muy bien.
No sé si la derrota del Madrid en el Bernabeu nos ayudó, pero los catalanes sabían que si pasaba lo peor, todo quedaba como antes. Los realistas, en cambio, vieron tras sus talones a un Zaragoza que aprovechó su oportunidad. La buena respuesta llegó al poco de decidir las sustituciones. Martín Lasarte atinó con el equipo, el plan y los cambios. Del pleno acierto, salieron los goles, la victoria y el subidón de una grada entregada a su equipo. Agotados, cansados y con cuarenta y un puntos. Como en las grandes tardes, un saludo con sombrero, tan hermoso como el que llevaba Eugenie de York.