Hasta ahora los seguidores veían las cosas menos apasionadamente, pero la llegada de Badiola a la presidencia del club ha traído aires nuevos y frescos, que no le otorgan visado para romper y rasgar por donde pasa. En algunas cuestiones ha sido difícil comprender su discurso y mucho menos aceptarlo. Aun estando la razón de su parte, es posible que las formas le hayan traicionado. Pero a él, sólo a él, corresponde la contratación de los nuevos futbolistas.
La Real Sociedad disfruta este lunes de su mejor clasificación desde que comenzó el campeonato en Segunda División. Ayer sumó tres puntos con holgura, a base de romper a Las Palmas con fútbol y goles, sobre todo en una fase de seis minutos en la que mandó por tres veces la pelota al fondo del portal de Nacho González. Coincidió ese triunfo con 22.000 espectadores en las gradas. Es cierto que se regalan entradas en los colegios y centros comerciales, pero, es también obvio que en la calle se respira un ambiente mucho más optimista que hace semanas.
Parte de la culpa de esta progresión es achacable a los fichajes, reales refuerzos del mercado de invierno. Aunque todavía es pronto para calificar rendimientos, se aprecia calidad y eficacia en la contratación de un pivote como Pep Martí, un "killer" de la talla de Victor Casadesús, y un zurdo que atiende por Nacho y que procede del Getafe. Esa banda, por cierto, lleva sin inquilino fijo desde hace años. Nadie ha sido capaz de conquistarla. La sombra de Javi de Pedro, demasiado alargada, se comió a Barkero y Gabilondo. Luego, pasaron por allí Fabio Felicio, Mark González, Savio…ahora Vaughan y el citado Nacho, con pasajeras incursiones de diestros, sin demasiada afinidad con el puesto.
El míster Eizmendi se encuentra con una macro plantilla en la que puede escoger lo que quiera y donde quiera. Le sobran futbolistas, pero ese no es un mal mayor, si consigue convivir en equilibrio y logra mantener contento al colectivo. No es fácil y, si lo consigue, habrá dado pasos al frente en la lucha por conquistar el objetivo del ascenso.
Hasta ahora los seguidores veían las cosas menos apasionadamente, pero la llegada de Badiola a la presidencia del club ha traído aires nuevos y frescos, que no le otorgan visado para romper y rasgar por donde pasa. En algunas cuestiones ha sido difícil comprender su discurso y mucho menos aceptarlo. Aun estando la razón de su parte, es posible que las formas le hayan traicionado. Pero a él, sólo a él, corresponde la contratación de los nuevos futbolistas. Además de los citados, logró la incorporación de Fran Mérida y a todos les convenció con su proyecto. Otros se quedaron en el camino, pero son historia. La realidad es la que confirma al equipo en la tercera plaza de la clasificación. Si hoy concluyera la liga, la Real recuperaría la categoría perdida.
El problema es que quedan 17 partidos por disputar. De ellos, habrá que ganar 10 aproximadamente para asegurar plaza con premio. Mucho reto por delante. El equipo no puede, ni debe dormirse en los laureles porque no ha conseguido nada. La primera vuelta, sobre todo al comienzo, fue raquítica y dejó perder puntos, la mayoría en Anoeta, que ahora los paga con el retraso respecto de los dos primeros Numancia y Málaga que se han mostrado muy regulares.
La piedra de toque que significa el partido de Elche del próximo sábado suene a reivindicación de poderes. En el encuentro de ida, los ilicitanos no dieron una imagen que concordara con la actual clasificación, pero luego han recuperado opciones y cuentan que una victoria sobre los realistas les devolvería al podium. La Real sabe que un triunfo en el Martínez Valero le aferraría a la plaza y distanciaría a un directo rival. Así las cosas, ¡hagan juego señores!.