Silvio Berlusconi ocupaba en el Olímpico de Roma un sillón preponderante. Junto a él se situaban el Rey de España, Juan Carlos, el príncipe Guillermo de Inglaterra, Zapatero y otros políticos, autoridades y gentes del fútbol. Michel Platini, presidente de la UEFA, les invitó a todos. La final de la Champions en Roma permitía esta concentración de simpatizantes por el fútbol y sus finalistas.
La salida del Manchester al terreno de juego apuntaba a gol de los jugadores de Ferguson. El Barça parecía dormido, ausente, frío, sin cogerle el ritmo al partido. Diez minutos más tarde apareció Messi. Condujo el balón, vertical y rápido. Desmarcó a Eto’o, le ofreció un pase. Regate al central, disparo de puntera y Van der Sar recoge la pelota del fondo de la red. 0-1 y adiós partido.
La tropa catalanista-hispana lo celebra en el palco. Todos se saludan. Las cámaras de televisión enfocan a espectadores de traje y corbata. Inopinadamente hay uno que duerme. El presidente de Italia cierra los ojos y sueña en medio de la algarabía. Nuevas tomas, bostezos. Así, hasta el descanso. Los primeros minutos de la segunda parte nos privaron del espectáculo, quizás porque funcionaron los asesores o porque despertaron al mandatario. Lo cierto es que cuando las cámaras apuntaron de nuevo al objetivo, éste estaba absolutamente despierto.
Messi marcó su gol de soberano cabezazo. El 0-2 campeaba en el marcador para satisfacción de todos los azulgranas. Hasta el final del partido se mantuvo la tendencia. Un Barça superior desquició con su juego al Manchester United. Los ingleses, salvo al comienzo, se distanciaron del éxito y se comportaron como un equipo más, víctima de la tozudez catalana. Tozudez que se define como fútbol de apoyo y desmarque, como fútbol de trato exquisito al balón, como fútbol de presión y robo, como fútbol de ocupación de espacios, como fútbol espectáculo.
Contra eso caben pocos recursos. Los ingleses, al menos, no los descubrieron. Tampoco sus rivales en la Liga y en La Copa. Por eso, sus vitrinas lucen tres nuevos trofeos. Pep Guardiola es el entrenador que maneja el grupo. Exigente en el trabajo y amable en el trato, el técnico barcelonista se estrenó como técnico al principio de temporada. Perdió en Soria y empató en casa con el Racing. Creyeron en él y apostaron. Hoy bate records, ocupa todas las portadas de los periódicos y apunta al cielo manteado por sus futbolistas. Ejemplar. Paralelamente, un presidente se dormía.