Debo ser mayorcísimo porque he vivido mogollón de "partidos del siglo". El de este sábado en el Bernabeu ofrece mejor pinta que muchos de los que le precedieron. Llegan los dos equipos empatados, con trayectorias excelentes, cargadas de puntos, de goles y de diferentes formas de interpretar el juego del fútbol. Real Madrid y Barcelona se encuentran sin mirarse sobre el césped madrileño.
Las dos partes han tratado de quitarle importancia al encuentro, porque consideran de puertas a fuera que luego quedarán jornadas suficientes para recuperarse del posible traspiés. Los analistas entienden lo contrario. El que pierda saldrá tocado, mientras quien triunfe reforzará todos sus parámetros. No es fácil adivinar qué pueda pasar, porque las estrategias tácticas de ambos difieren notablemente.
Se enfrentan dos estilos muy distintos de hacer las cosas. El Barça acude con su cantera como máxima expresión de eficacia, más aún tras la baja conocida de Ibrahimovic. Le espera un equipo plagado de figuras, logradas a base de talonario. Cada conjunto pone en la balanza a los dos mejores futbolistas del mundo según las últimas votaciones. El pulso con el balón enfrenta al manejo de la pelota, frente al juego más directo y de pegada. Todos los argumentos son suficientes como para decantar hacia uno u otro lado el devenir del match.
Los entrenadores, quizás, son quienes más coinciden. A los dos les domina el sentido común, las formas, el "seny" de los catalanes. Ni Pellegrini, ni Guardiola han ido más allá de las lecturas ejemplares de un previo. Ni una mala palabra, ni un mal gesto, ni una fea voz, ni un error, ni una falta de respeto al rival. Nada. Incluso, el catalán prohibió a los suyos manifestarse en evitación de charcos que añadieran argumentos no entrenables, ni controlables, a lo que se supone una pelea formal en toda regla.
Los medios de comunicación se han hinchado a la hora de ofrecer reportajes, tratando de encontrar fórmulas por las que llegar a la conclusión antes de que el árbitro pite el final del partido. Todos tratan de expresar ideas y pareceres desde la razón, pero es imposible que no afloren sentimientos. En estas circunstancias, estos dominan claramente porque no se puede vivir sin pasión un partido de este calado.
El mundo del fútbol mundial mira hoy al Bernabeu. Las entradas en reventa se cotizan a precios impagables. Aquí la crisis no existe. El balón puede con todo. Los colores, también. ¿Blanco?, ¿Azulgrana?. ¿Tú, con quién vas?.