Antoine Griezmann es un futbolista francés que se encuentra disputando en Colombia el Mundial Sub-20 con la selección de su país. Esa, a día de hoy, es su principal prioridad. Pertenece y juega en la primera plantilla de la Real Sociedad. Hace dos temporadas el entrenador Martín Lasarte, quizás por las necesidades del guión, le dio una oportunidad que el jugador no desaprovechó. Su aportación al equipo, entre nubes y claros, ha de considerarse positiva porque nadie ha sido capaz de apartarle de la titularidad. Con el desparpajo propio de la edad y con sus virtudes, se ha ganado el cariño de la afición.
Hasta aquí todo normal y con un guión que se repite mucho en la historia del fútbol. Pero hay otro que también ocupa plaza principal en el entramado. Corresponde a los intereses. Los sentimientos hace tiempo que desaparecieron para dar paso al mercantilismo del dinero, los contratos, los porcentajes, las claúsulas, los representantes…Toda una mezcla explosiva que además, mediáticamente hablando, da más juego que la fidelidad y el amor a los colores.
John Williams, agente del jugador, se mueve entre bambalinas. Si todo lo que se dice es verdad, la Real conoce el interés del Atco de Madrid por hacerse con el jugador de Macon. Pone en la mesa euros, Raúl García y Fran Mérida. La respuesta es "no". En el interim, los colchoneros cobran la integridad de la claúsula en los traspasos de Agüero y De Gea. La Real mantiene idéntica actitud. El que lo quiera sabe que el precio de la operación es de 30 millones de euros, el valor de la rescisión. Esa es la postura en la que se parapetan los dirigentes blanquiazules.
Los años nos han enseñado que en estas situaciones se diseña una estrategia. Surgen inopinadamente declaraciones del futbolista en las que muestra su deseo de largarse. "La oferta es irrenunciable. Me quero marchar y jugar junto a Forlán", o lo que sea. Se crea entonces un caldo de cultivo en el que aparece el papel de la afición que no oculta enfados, decepciones y sentimientos. A Griezmann, en las últimas fechas, le han puesto a parir en las redes sociales llamándole de todo porque comprueban que el cariño que le dan se diluye entre las cifras mareantes.
Hace unos días, el presidente del Atlético de Madrid se preguntaba en alta voz "¿Qué le hemos hecho nosotros?". Se refería a Sergio "Kun" Agüero no acertando a entender esa negativa a volver al club que le ha dado todo. Aperribay pudiera decir lo mismo, con notables argumentos sobre la mesa. Pero sabe de sobra que si un jugador no quiere seguir, no sigue. En la mochila de la historia realista hay una lista interminable de jugadores que recogieron el guante de otras ofertas y proyectos, antes de creer en el que defendían.
Así las cosas, si Griezmann no quiere volver, se irá. Dejando, eso sí, un saco de euros con los que afrontar, entre otras cosas, renovaciones de jugadores que están comprometidos con la causa que les motiva. Si el chico de Macon se queda, todos deberemos tragar bilis para darle la vuelta a una situación enconada. Los realistas tenían previsto acudir a Colombia a presenciar el mundial que acaba de empezar. El objetivo era ver jugadores. Supongo que ahora, también, hablar con Griezmann. Su palabra, cuerpo a cuerpo, les sacará de dudas si las hay.
A estas alturas de la vida, si yo fuera Loren ya estaba buscando pieza. Y no muy lejos.