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“Se lo merece”

La Ryder Cup es la competición más grande en el deporte del golf y probablemente la única en la que se enfrentan dos continentes. Europa y América se encuentran cada dos años y compiten por una victoria final que además del éxito propio por conseguirlo se añade el prestigio individual de los jugadores. Cada hoyo es una final y cada golpe un tormento. El nivel de concentración es tal que sólo los muy grandes son capaces de soportar la tensión.

Esta vez la Ryder nos ha pillado muy de cerca. Tanto que hemos puesto los ojos en el capitán europeo. Jose Mari Olazábal, aquel chaval de un caserío del hondarribitarra barrio de Jaizubia, es hoy el referente mundial de este deporte. Por sus manos han pasado todas las decisiones. Primero la selección de jugadores, luego la elección de emparejamientos. Más tarde la motivación y finalmente la propia competición en el “green”.

Olazábal se jugaba mucho, porque ha sido cocinero antes que fraile y sabe lo que significa enfrentarse a los deportistas del otro continente. La eterna pregunta: ¿Ellos o nosotros?. Por su cabeza y por su corazón ha pasado muchas veces el recuerdo del fallecido Seve Ballesteros. No quería defraudar a nadie, ni siquiera a él mismo. Cuando le propusieron liderar el equipo de Europa dijo “sí” a sabiendas de lo que conllevaba.

No ha estado para nada, ni para nadie. Únicamente para el reto y para las exigencias de la cita. Con el 13-14 en la mano y la copa conseguida, no le apetecía una igualdad final. Se acercó en el hoyo 18 aMolinari. Estaba el turinés en igualdad con Tiger Woods. Le dijo “Tenemos que ganar”. Dicho y hecho. El italiano aguantó el envite y Woods concedió las tablas en el cuerpo a cuerpo final.

A partir de ahí las emociones, los recuerdos, la distensión y los protocolos que este deporte, por proceder de donde viene, los desarrolla y cuida de manera inquebrantable. Quizás no somos capaces aquí de valorar los esfuerzos y lo que significa este éxito para el golf europeo, pero todo merece la pena aunque sólo sea por ver romperse a hombres duros y fríos como el témpano. Olazábal nunca se dio por vencido. Ahora tampoco.

Cuando vuelva y termine de atender sus obligaciones profesionales, cogerá la escopeta de caza y se irá con el aitá a pillar palomas o lo que sea que es lo que le gusta y relaja. Falta le hace. Al fondo, Escocia, Edimburgo, la sede de la próxima Ryder Cup. Queda lejos, pero el sabor de la victoria agranda la leyenda de un capitán que en lugar de sable usa un palo de golf. En todas las declaraciones los jugadores se han acordado de él y todos han coincidido a la hora de valorar trabajo y eficacia. “Se lo merece” es hoy algo más que un eslogan.

Iñaki de Mujika