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Ni tele, ni radio, ni respeto…

La empresa que pretendía hacer negocio con el Bielorrusia-España del pasado viernes se ha dado una leche en los piños y ha aprendido, supongo, que no está el cuento para ruidos. Primero, puso un precio de salida por el partido valorado en millón y medio de euros, creyendo que las operadoras españolas iban a entrar a saco por hacerse con la transmisión.

Aquí se hacen números rápidamente y constatan todos que eso no se saca en publicidad ni anunciando monopatines. Así que desistieron. Para entonces las emisoras de radio, sin condiciones previas exigidas, dieron los pasos necesarios con el fin de llevar el partido a los hogares como sucedió siempre. Fallido el negocio televisivo, la promotora se descolgó a última hora exigiendo el pago de un canon de 25.000 euros si querían narrar desde Minsk.

Como llueve sobre mojado y se ha peleado recientemente en trincheras, las emisoras se pusieron de acuerdo para no ceder al chantaje. Todos al hotel, a montar el chiringuito en las habitaciones y contarlo todo a través de las imágenes de Belarus2 TV que era quien lo transmitía.

Quien esto escribe entró en una de esas páginas de Internet que ofrecen los partidos gratis y lo vio en su ordenador tan ricamente. Resultado, sin los medios presentes en el estadio, todo el mundo tuvo las noticias al instante y vivió el partido a su manera, dando respuesta al atajo de sinvergüenzas que estiman que las emisoras de radio, sufridas ellas, les van a arreglar sus descosidos.

El fútbol se ha metido en un callejón peligroso en tiempos de crisis, porque los recursos de quienes hasta ahora les han mantenido el belén de pie no son los mismos y las cuotas de mercado, tampoco. Desde un Malta-España, por reales problemas técnicos hace la tira de años, nunca un partido de la selección había dejado de darse en directo. Esta vez no salvó los muebles ni la clase política que dejó atrás aquello del interés general.

El proceso puede repetirse a corto plazo, ya que la misma operadora dispone de los derechos del encuentro Finlandia-España. La resultante que surja en ese momento nos enseñará si alguien ha sido capaz de darse cuenta de la realidad o ésta sigue siendo igual de tozuda. Entonces volveremos al sin tele, sin radio y sin respeto a los aficionados.

 

 

Iñaki de Mujika