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Kaia, en Getaria

El lunes en mi agenda es un día "raro". A veces vuelvo de viaje, a veces trato de recuperarme de los fines de semana. ¡Yo que sé!. Hoy me han invitado a comer a Getaria. Hacía tiempo que el director de la emisora, Alex Aranzabal, quería "encontrarse" conmigo. Están pendientes de resolución algunas cuestiones del presente y del futuro. Necesitábamos hablar fuera del entorno habitual de nuestro lugar común de trabajo.

Comer en Euskadi el primer día de la semana no es fácil. Muchos restaurantes cierran por descanso semanal. "Kaia", no. Lo hemos notado en el comedor que presentaba una "buena entrada" que, en el argot del fútbol, significa bastante gente. Igor Arregi es el joven y heredero chef-jefe de sala. Nos esperaba con su esposa, su amá y el resto del servicio. Es familiar y cercano, como nos gusta.

El viento sur soplaba suave sobre la costa. La vista, con todo el horizonte limpio, se califica como incomparable desde la atalaya del primer piso de este restaurante. Nos hemos puesto de acuerdo en todo menos en el postre. Hemos compartido unas "kokotxas" rebozadas, dos hermosas gambas de Palamós por barba y un lenguado, tamaño descomunal, francamente bueno. Antojo de queso para Alex y una panchineta con helado para quien suscribe. Al jefe le entra el tinto y a mí el txakolí, el nuevo de la temporada, puntito sin cuajar todavía.

Me ha entrado la risa, cuando ha llegado la factura a la mesa. Normalmente en esta población guipuzcoana las cuchipandas no son baratas. Cada gamba ha salido a nueve euros, el lenguado a casi 40 y así sucesivamente…Si te pones a analizar en frío la situación, todo es una especie de locura disparatada. No conviene olvidar que hace unas semanas, en Motril nos cobraron 84 euros una docena de gambas… Y no eran ni parecidas a las de hoy.

Hace tiempo que, a la vista que van tomando los acontecimientos gastronómicos, decidí no amargarme. Si vas a un sitio de bien, postinero y con productos de primerísima calidad, como ocurre en "Kaia", no vayas pensando en la factura, porque no merece la pena. Comes bien siempre y esa garantía tiene un precio. Que puedes ir dos veces al año, pues dos veces. El problema surge cuando te meten un viaje y encima te sale el humo por las orejas de la mala leche que acumulas.

En estos sitios siempre conoces a gente. Me he encontrado con Josemi Soroeta, un hombre cuya vida ha estado vinculada durante muchos años al hipódromo donostiarra. Como no podía ser de otro modo, ¡hemos hablado de caballos!. Las cosas se ven ahora diferentes, un poco más lejanas y menos entrañables que entonces. Da la sensación que el "turf" donostiarra se ha quedado atrás ante la pujanza de otros recintos.

¡Para bajar! nos hemos dado luego un paseito por el puerto. Una gozada. Tranquilo, sereno, con los barcos amarrados y en casa. Este jueves se celebra San Antón, día grande en Getaria que los arrantzales no quieren perderse. Tengo la sensación que yo tampoco. Solemos juntarnos en "Elkano" desde hace años. La otra parte de la familia Arregi regenta esta casa. Comparten proyectos, materia prima y formas de interpretar la restauración. Como dijo aquel, "seguiremos informando".

Iñaki de Mujika