El Beaterio de Iñaki de Mujika

De porteros y portería

Celebro la confianza de este medio hacia mi persona, porque me permite seguir una temporada más con todos vosotros, brujuleando en torno a los partidos de la Real Sociedad y a los amplios alrededores. O sea que, al menos un año más, me tendréis que soportar.

En esta puesta de largo no voy a hablar mucho del partido de ayer, del empate divino de la muerte que llegó cuando el equipo estaba fundido y ya no podía ni con las espinilleras. La fe mueve montañas y la esperanza no se pierde nunca. Sabéis de sobra que disfruto más compartiendo historias. Al hilo de Gero Rulli y de la salida a Montpellier, recuerdo una anécdota muy difícil de olvidar. Ciertamente, por un momento pensé que nos iba a suceder lo mismo que a Toshack en A Coruña. Nos tocaba jugar allí contra el antiguo técnico realista un partido de liga. Antes de los encuentros nos dejaban pisar el césped una hora y media del inicio de los partidos. Nos saludábamos, charlábamos un poco y luego… unos, a vestuarios y otros, a las cabinas de radio.

En la pista de atletismo de Riazor le preguntaba al galés cómo le iba la vida. Con aquella forma de ver las cosas e ironizarlas respondió: “Bien, Iñaki, tengo más porteros que porterías”. Eran tiempos de abundancia bajo palos, porque en el equipo gallego llegaron a convivir hasta cinco guardamallas: Kouba, Liaño, Songo’o, Canales, Dani y aún sonaba fuerte un rumor que apuntaba al portugués Nuno, entonces en el Vitoria de Guimaraes, que podía convertirse en la sexta pieza del elenco, pero que finalmente, en aquella temporada, no llegó.

Como os digo, pensé en la situación que nos atañe más de cerca. Daba por hecho que ya contábamos con tres: Moyá, Rulli y Alex Remiro, el fichaje confirmado que sonaba desde que los niños comenzaban a estudiar el catecismo el curso pasado. Luego, los jóvenes de casa: Andoni Zubiaurre, Wellington Ramírez, Unai Agirre, Gaizka Ayesa (perdón por si me olvido de alguno) más Juanjo Garrancho que ha salido a Badajoz dependiendo del club y al mexicano Pablo Sisniega, ahora haciendo las Américas después de un traspaso, con derecho a recompra. Cogí una hoja, varios rotuladores de colores y me puse a diseñar camisetas de portero durante esos días de sofocante calor en los que no salgo de casa.. Necesitábamos un muestrario colosal. A Moyá le vestí de negro, que es color elegante y de porteros sobrios. En cambio, con el de Cascante fui más atrevido, porque le he visto con camisetas vanguardistas, tatus, etc.

La salida de Rulli a un club que califico de modesto se puede interpretar de muchas maneras. No voy a discutir sus capacidades, ni si canta o deja de cantar. Recuerdo aquellas rachas en las que el runrún sonaba sin disimulo en los encuentros de Anoeta. Se pedía la cabeza del argentino en más de una situación y allí temblaba hasta el apuntador. Ahora que va a aprender francés, nos solidarizamos con el chico y destacamos sus bondades. Que si patatín, que si patatán. Ante la misma realidad, caben doscientos argumentos. Cien, a favor de la decisión; cien, en contra. Cada cual los utiliza como considera oportuno y tenemos mambo para unas cuantas semanas. El chico sigue siendo portero del club, va a crecer en una liga diferente en la que ganará en experiencia, aunque a tenor de las entrevistas publicadas en los últimos días se derivan sensaciones diferentes a lo que escribo.

Está en la frontera de esa edad en la que los guardametas comienzan a ser decisivos en el devenir de los encuentros y se consolidan como jugadores intocables en la alineación de los domingos. Bueno, o de los viernes, los sábados, los lunes o cuando toque jugar. Lo último al respecto de horarios y las correspondientes derivas en juicios, sentencias, recursos y demás ha sido otro ejercicio de pazguata fruslería en la “mejor liga del mundo”. Eso, lo mismo que la amnistía por los partidos de sanción del ejercicio anterior. Con perdón, ¡para mear y no echar gota! Da la sensación de que al calvo le han hecho un calvo.

Imanol eligió a Moyá, porque entendía que era el más idóneo para un campo que conoce de sobra porque jugó allí. Mestalla no es un terreno fácil, ni para él ni para sus compañeros. La semana que viene, con permiso del G7, nos vamos a Mallorca. Es la isla en la que nació. Una semana después, viaje a San Mamés. Inimaginable, Remiro bajo palos. Y luego, en el estreno de Anoeta, el Atlético de Madrid, el club de procedencia del meta balear. Con ese panorama, mi elección hubiera sido la misma. Y eso no es falta de confianza y respeto al meta navarro, sino una dosis de sentido común.

No vistió de negro, sino de un gris humo del Vaticano cuando eligen al Papa. Sigue siendo un color elegante, sobrio, con el que protagonizó un partido estupendo con paradas destacables y el punto de fortuna del penalti que Gameiro mandó a la albufera. En el gol le fusilaron de cerca, con muchas dudas sobre su validez, hasta tal punto que el VAR necesitó para legitimarlo el uso de escuadra, regla, cartabón y transportadores. Tardaron más de tres minutos en tirar diagonales, mediatrices, segmentos y bisectrices.

La Real no merecía perder. Todo el buen trabajo colectivo obtuvo su premio en el penalti que Oyarzabal transformó cuando el reloj estaba poniéndose el pijama para meterse en la cama, agotado de tanto currar. Punto que sabe a gloria bendita.

Iñaki de Mujika