Estos días de zambomba y pandereta, en los que el personal anda un poco de acá para allá y viceversa, permiten encuentros que durante la temporada son imposibles. El pasado domingo compartí un par de horas con un director deportivo de Primera (no era Loren) y hablamos de su club, del equipo, del mercado de invierno y de muchas cosas más.
Entre el primer y segundo txakoli nos referimos al partido de ayer en el Bernabéu. Se le ocurrió decir que teníamos posibilidades de ganar. Le miré con cara de guipuzcoano tradicional y le contesté “Al Rayo le acaban de meter diez. Cómo quieres que sea optimista”.
Iniciamos un recorrido por las situaciones del equipo. Fuimos acotando nombres en la charla y repasamos comportamientos. Florentino, Benítez, Ramos, Benzema, Cristiano, Illarramendi, Granero? hablamos de todos y de todo. Incluso, de los criterios que siguen los clubes a la hora de contratar entrenadores (él está bastante acostumbrado), que es algo que no consigo entender pese a los muchos años de experiencia acumulada.
Lo mismo que a la hora de fichar futbolistas. Ellos andan ahora locos buscando un central que refuerce su maltrecha zaga, pero no encuentran lo que quieren al precio que pueden pagar. Es interesante seguir la evolución. Hace años a los clubes les sobraban jugadores para el centro de la zaga, pero de un tiempo a esta parte lo que abundan son mediocampistas que uno tildó en su día de centrocuentistas (en algún caso no le faltaba razón).
Luego, me preguntó por Moyes, Eusebio, rendimientos de los futbolistas? las cosas que os podéis imaginar en una conversación en la que prácticamente solo hablamos del balón y de sus alrededores. Dos horas después de sentarnos, nos despedimos cada uno por su lado. Mucha suerte y buen viaje.
Volví a casa y comencé a darle vueltas a la posibilidad de ganar. Algo así como un sueño de verano en días de viento sur. Alimenté la ilusión cuando vi la foto en la que la plana mayor del club felicitaba las fiestas a los seguidores madridistas. Las caras más se parecían a un grupo de cofrades de la Buena Muerte que a unos cuantos señores con una copa de champán en la mano transmitiendo alegría. ¡Fotón que llaman!
Sin comer nada más que un par de pintxos, rematados con un cortadito, me puse a colocar futbolistas sobre el papel y a tratar de situar a Txarly, a Aritz, a los dos delanteros… La primera vez que Jonathas y Agirretxe iniciaban juntos la aventura como titulares. Algún día dijo el entrenador que eran perfectamente compatibles, pero aquel no era el momento. Esperó a un escenario espectacular para comprobar la capacidad de sintonizar entre ellos.
Todo iba bien y el equipo ofrecía una imagen más que digna hasta que apareció el árbitro. Estábamos avisados porque la experiencia del camino nos advertía que en campos de primer nivel se decanta con facilidad. Debió sancionar con dos penaltis a los locales, pero se llamó a andanas y pitó dos que no lo eran a su favor dentro de una actuación lamentable, de nevera e impropia de esta categoría. ¡Váyase, señor González, que el fútbol lo agradecerá!
La tarde se complicó en grado sumo, primero porque se lesionó un referente ofensivo como Imanol Agirretxe, y después porque la salida de Canales llorando y en camilla no presagiaba nada bueno. El cántabro venía contando desde el primer minuto para el nuevo técnico y posiblemente estaba alcanzando su mejor nivel como futbolista, pero la fortuna le es esquiva. Sabrá levantarse, aunque parezca imposible, porque es joven y sabe cómo es el camino. ¡Ánimo chaval!
La Real salió del estadio con la cara alta y no con la de la vergüenza. Honra sin puntos después de una hora y media plagada de adversidades. Nada que reprocharle a un equipo y a su entrenador que diseñó un encuentro sin miedos, ni temores. Obviamente, necesitamos puntos que refuercen la confianza y la unidad de un grupo que sabe lo que se juega. El domingo, con el nuevo año, puede ser el momento de conseguirlos.