El Beaterio de Iñaki de Mujika

Las ánimas del purgatorio

No deseaba otra cosa que anoche la Real ganara al Málaga. Por dos razones comprensibles: sumar los puntos tan necesarios y comprobar qué camino sigue el descontrol en el que han convertido todos los responsables la situación de Jagoba Arrasate en el banquillo. Lejos de parar la bola, no ha habido una sola voz capaz de poner orden y decirle al pueblo llano qué camino realmente estamos siguiendo.

Desde que se empató en Córdoba hasta que el aragonés Jaime Latre pitó ayer el inicio del partido, los días han sido un permanente desatino en el que no se ha salvado nadie. Bueno, sí, el entrenador, que no ha dicho una sola palabra más alta que la siguiente y ha convivido con la presión de modo ejemplar. Lejos de convertirse en víctima e inmolarse ante quienes desean su marcha, sacó fuerzas de donde no le sobran y trató de llevar al equipo a un terreno en el que pudiera liberarse y preparar el partido ante los malagueños de la mejor forma posible.

Arrasate es un técnico preparado que siente la Real como uno más de sus seguidores. Es lo que ha sido hasta que se decidió por los banquillos y le eligieron para entrar en la casa. Es muy leal, mucho más de lo que han sido con él en las últimas fechas, faltándole al respeto dentro y fuera de la entidad que defiende. Si os habéis fijado, en todas sus últimas manifestaciones no ha dicho una mala palabra contra nadie, no ha hablado nunca de él, sino de la entidad que está por encima de todos.

Por supuesto, los clubes deben estar siempre preparados para cualquier contingencia, previsible o no. Una de ellas se refiere al banquillo. Si entiendes que debes prescindir, prescindes con todas las consecuencias. Si crees que es el hombre ideal, lo asumes y defiendes con todos los argumentos. Y si le estás buscando sustituto te callas. Pero no, aquí andamos mareados de tanto nombre y tanta filigrana. Os recuerdo que unos y otros han sentado en el banquillo a Pepe Mel, Juande Ramos, Thomas Tuchel, Quique Sánchez Flores, Pizzi, Moyes y alguno más que se me olvida.

Ha circulado por las redes una foto del presidente montado en un avión con destino dicen que a Londres. Como la mayoría popular solo conoce al primer mandatario, no distingue en primer plano a uno de los vicepresidentes, que también va en el mismo vuelo. Si todo es verdad, ya me contaréis, por mucho que puedan estar todos avisados, qué nivel de concentración había existido esta semana en los vestuarios de Zubieta para preparar un partido trascendental.

Hemos convertido todo en un purgatorio abarrotado de ánimas moribundas. Los consejeros, perdidos y atados de pies y manos sin decidir ni encontrar solución. O al menos esa es la sensación transmitida al exterior. Técnicos y jugadores, sufriendo mucho aunque haya gente que no se lo crea. La afición, atónita ante la marcha del equipo y el galimatías que se han montado unos y otros. La prensa, mareada ante las contradicciones permanentes y el continuo asalto por la calle de quienes nos preguntan qué va a pasar. Un Halloween en toda regla. Cesado, no cesado. Comunicado oficial, no comunicado, Verdad o mentira. Euskera, castellano, inglés, alemán o sudamericano. ¡Tócame, Roque! Con ese elenco, parece imposible ganar.

Pese a todos los esfuerzos y a la creencia de que la situación cambiaría, el equipo volvió a perder frente a un Málaga estupendo, con las cosas claras y con jugadores capaces de creer en su técnico y desarrollar sus ideas sobre el campo. El gol de Juanmi nos quitó la poca vida que nos quedaba y a partir de aquí la pelota está en un solo tejado.

Iñaki de Mujika