Anoche, cuando llegue a casa, abrí la tapa del ordenador y comencé a aporrear las teclas. Sin sentido. Ni una sola idea llegó a mi cabeza atolondrada. O, si lo prefieren, ninguna que mereciera la pena. Y eso que la jornada había ofrecido sobrados argumentos. Pero en las vueltas y vueltas encontraba la misma respuesta.
Sólo una constante: Aranburu. Mikel es un tipo extraordinario y le valoro como tal. Amorrortu ayer volvió a darnos una lección. Posiblemente todos buscábamos explicaciones a lo mismo que hace una semana, a lo del cura y la procesión. Con la mirada perdida en ese horizonte de imposibles que se le presenta cada siete días, nos dejó a todos claro que en ese momento sólo le preocupaba su futbolista. Ayer, capitán.
Y, ahora, después de no pegar ni ojo en toda la noche, te preguntas si merece la pena perderte entre ditirambos, cuando un deportista se queda maltrecho por un tiempo que parece largo a la espera de pruebas y confirmaciones. A Mikel le necesita este club, este equipo y esta afición, incluso con escayola. No es de conducta dudosa, porque respira blanquiazul por todos sus poros. Aranburu es de los nuestros, de los de fidelidad inquebrantable.
Tiene el respeto del vestuario y, lo que es más importante, su cariño. Jamás una mala palabra, un mal gesto. Siempre, una sonrisa. Ayer las caras en el vestuario y las palabras sólo tenían un argumento: Mikel.
Y se va al dique seco porque en el fútbol hay mala suerte. Y esta nos sobra por arrobas. Ayer se trataba de un balón dividido, a ras de suelo, pero fue la rodilla la que hizo crack. Y no se pitó ni falta. Y ese es otro drama. Estábamos todos avisados. Pino Zamorano lo volvió a confirmar con creces. No es posible pitar peor, ni equivocarse tanto, ni pasar de lo que sucede. No es posible convivir con tanta incompetencia. ¿Qué hace en Primera División?. ¡Cuánto desatino!
El beaterío está triste, porque un punto nos sabe a casi nada. Pero lo está más porque pierde a uno de sus hombres referencia. Ayer fue Darko, hoy es Mikel. Antes, otros. Necesitamos con urgencia buenas noticias, una pastillita de optimismo, un chupito de alegría, una sobredosis de esperanza.