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Ullrich, adiós a un ciclista a su manera

Jan Ullrich anunció no hace mucho tiempo que iba a comunicar una noticia importante. Se dieron cita numerosos periodistas que esperaban, tal vez, el nombre de un equipo que acogiera al corredor de Rostock. No fue así. Cualquier parecido con la realidad, una mera coincidencia. Con sonrisas y seguridad, anunció con 33 años su retirada.

Jan Ullrich anunció no hace mucho tiempo que iba a comunicar una noticia importante. Se dieron cita numerosos periodistas que esperaban, tal vez, el nombre de un equipo que acogiera al corredor de Rostock. No fue así. Cualquier parecido con la realidad, una mera coincidencia. Con sonrisas y seguridad, anunció con 33 años su retirada.

Nadie mejoró sus tiempos. Ni siquiera el reloj. Pudo con él en los momentos en que se enfrentó. En la rueda de prensa lo detuvo y miró hacia atrás: "Anuncio aquí oficialmente el fin de mi carrera deportiva".

Pero trató de explicar el porqué de su abandono. Delante de los periodistas no se mordió la lengua. Les miró de frente y dijo:

"Me alegro de ver aquí algunas caras conocidas. De otras, que también conozco, me alegro menos y veo que también hay ovejas negras entre nosotros que aquí apenas están toleradas", expresó sin vacilar, como queriendo culpar a una parte de los medios de comunicación de su final como corredor en activo.

En el 2006, Ullrich fue apartado del Tour de Francia y despedido de su equipo, T-Mobile, por su presunta implicación en la "Operación Puerto"
"Ese día fue el más negro de mi vida. Con la exclusión, se derrumbó mi mundo deportivo, fue un shock que hasta ahora no he podido superar.  Yo estaba en plena forma, el equipo estaba bien y estábamos convencidos de que podíamos correr por la victoria", manifestó Ullrich.

Está dolido porque todavía nadie ha puesto sobre la mesa las pruebas inculpatorias: "Dicen que en Suiza hay material con el que podrían suspenderme de por vida. Yo llevo ocho meses preguntándome por qué no aparece ese material. ¿Por qué no hay ningún proceso deportivo abierto en mi contra?" añadió en su dura comparecencia.

Ullrich no se detuvo y tuvo palabras para el presidente de la Federación Alemana de Ciclismo, el ex ministro de Defensa alemán, Rudolf Scharping. "En mis tiempos de éxito, Rudolf Scharping era de los que más palmadas me daba en la espalda y más fotos se hacía conmigo. Ahora, degradado de ministro de Defensa a presidente de la Federación de Ciclismo, dice que Jan Ullrich le ha hecho más daño que bien al ciclismo alemán y que no va a darme una licencia que no le he pedido".

No podía ser de otra manera. Ullrich es un ciclista a su manera. Ganó el Tour del 97 y los aficionados creyeron que había campeón para rato. "Un nuevo Indurain". No lo volvió a ganar, porque su cabeza se perdió entre las sombras de la buena  vida, de la falta de disciplina. Tenía todo para pasar a la historia de un modo bastante distinto al que van a contar sus biografías. Elige, ahora, un modesto equipo austriaco, Volksbank, para iniciar su carrera como director. Sus corredores vivirán de cerca con quien soñó una gran aventura. La que pudo ser, pero no lo fue tanto.

Iñaki de Mujika