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¡El fogón de Salvador! (Soria)!

A lo mejor, si oyes hablar de Soria te parece poco. Es cuestión de probar y disfrutar con las pequeñas y grandes cosas que te vas encontrando. La primera y buena noticia es que allí no hay prisa. Está todo en calma. Calles céntricas peatonales, el mercado, las tiendas, la gente…todo es castellano, como el sabor de su cocina.

El mejor encuentro que he tenido en esa capital ha sido con  "El Fogón del Salvador" en la plaza del mismo nombre. Reservamos una mesa para seis. Buena idea de Xabi Isasa, colega de Mundo Deportivo,  porque el comedor se llena y la gente espera hasta que las mesas se van levantando. Acudimos pronto y nos encontramos a gusto. Era el día en que jugábamos contra el Numancia de Gonzalo Arconada.

Compartimos un buen jamón, una ensalada de hongos un revuelto de morcilla y lechazo. Decidí optar por unas chuletas de cordero. Tenía que trabajar después de la comida y no era cuestión de llegar con el estómago en plena efervescencia. Nos ofrecieron de postre un amplio surtido de tartas. La mesa se regó con muchas cervezas y vino de la Ribera del Duero, como no podía ser de otra manera.

Café y un pelotazo por barba dejó las cosas en 50 euros finales. Servicio bueno y rápido. Amables. Se les notan las tablas. Comimos en el Salón Urbión, presidido por sendas cabezas de toro, que recuerdan las Jornadas que sobre el Toro de Lidia se celebran en este restaurante a finales de abril.

Soria es medieval. Lo dicen sus piedras románicas. Santo Domingo y San Juan de Duero, por citar dos lugares emblemáticos de los muchos que pueden visitarse. La ciudad recuerda a Machado, a Bécquer y a Pedro Salinas, escritores prendados por la sobriedad y belleza de estos lugares.

En el centro, sin ir más lejos, junto a la Plaza del Olivo está el Rincón de San Juan (Diputación 1). Otro restaurante recomendable. Allí me llevó César Palacios, capitán del Numancia. Queríamos y necesitábamos hablar. El sitio es muy discreto y nada agobiante. Tiene una cocina exquisita. La recuerdo muy bien. Puntito minimalista, tuve la sensación de ser muy bien acogido. Todo me pareció bueno. Incluso el precio, porque fui invitado y así las cosas "te hacen menos daño".

En todas las guías gastronómicas te encontrarás con el Mesón Castellano (Plaza Mayor). Recomendable reservar porque se llena. Con ese nombre, es obvio pensar que es un emplazamiento muy tradicional, con larga vida de fama bien ganada y con una carta muy amplia, aunque la clientela sabe perfectamente lo que quiere y así facilita y delimita el trabajo de la cocina. Camino del lugar te encuentras con la tienda de deportes de Fermín Cacho y Abel Antón, dos atletas irrepetibles de esta tierra de los que no quiero olvidarme.

Iñaki de Mujika