El deporte ofrece pocas unanimidades. Casi todo se pone en discusión o, cuando menos, se aceptan las opiniones diversas. Existen excepciones. Una de ellas vive en el tenis y más concretamente en la persona del suizo Roger Federer. Lo gana todo. Su último éxito ha pasado por Shangai. Allí, en el torneo de maestros, ha impartido las mejores lecciones al resto de sus compañeros y rivales. Ninguno de los alumnos aventajados ha podido con el profesor. David Ferrer y Rafa Nadal fueron los últimos en intentarlo.
Si te gana el mejor, las derrotas saben menos amargas. El tenista helvético además se comporta como uno más y se gana el afecto de sus rivales. Va de "normal". Con el manacorí Nadal mantiene un idilio de relación afectiva. En el mismo Shangai respondía a las preguntas de un periodista con el que se sinceró:
"Aquí, ante 14.000 espectadores me sentí muy bien jugando contra él. Eso no quiere decir que no me vaya a sorprender nunca más. Todo lo contrario, me sorprende cada día. Es un gran carácter, me gusta, nos conocemos muy bien y nos caemos muy bien, y creo que él piensa lo mismo de mí. Es muy bonito para el tenis esta amistad. Que seamos el número 1 y el número 2 es algo muy grande. Recuerdo siempre la primera vez que jugamos, en Miami, hace dos años. Es un gran luchador, y mucho mejor de lo que él piensa".
Todos hablan bien de él, destacando sus virtudes, su calidad humana. Preocupado por los más pobres, da nombre a una fundación, creó en diciembre de 2003 para atender a los niños desamparados de Sudáfrica que viven en New Brighton, la tierra de su madre. El lema de su proyecto recoge esta idea:
"En el deporte aprendemos a competir por una victoria, un equipo o un gol. Existen muchos países en los que la enseñanza y el deporte no son accesibles a la mayoría de la gente, pese a su enorme voluntad. Soy feliz al poder romper con esa realidad a través de mi fundación".
Roger Federer encabeza el ranking de tenistas profesionales. Ha cumplido 26 años pero su madurez, dentro y fuera de la pista, corresponde a un perfil de más edad y experiencia. El listado de éxitos es incalculable y quienes dominan este deporte y analizan su evolución no dudan en calificarle como el mejor tenista de todos los tiempos. No falta demasiado para que alcance doscientas semanas como numero uno del escalafón de la ATP.
Su biografía no ofrece elementos descollantes. Robbie, su padre, trabajaba en una empresa farmaceútica (Ciba). En un viaje que realizó a la filial sudafricana conoció a Lynette. La sintonía inicial se hizo estable y determinó un matrimonio del que nacieron una niña, Diana, enfermera de profesión y un niño, Roger. Orgullosos de su vástago le vieron crecer y pasar malos ratos cuando no acertaba a definir su futuro en el tenis. Cuentan sus biógrafos que su carácter le jugaba malas pasadas. Rompió muchas raquetas.
Sus padres hoy trabajan en la empresa ‘Roger Federer Management’. Conocen su relación sentimental con Miroslava Vavrinec, una antigua tenista eslovaca a que conoció en los Juegos de Sydney 2000, dos años antes que una lesión le obligara a retirarse. Califica de idílica su relación con ella.
Que le gusten el tenis de mesa, el fútbol, el cricket, jugar con la play-station, escuchar a Jenny Kravitz, u oler rosas y orquídeas son meras circunstancias que acompañan la personalidad del tenista. El león es el animal preferido como corresponde a un deportista nacido en agosto, aunque el mayor tiempo se lo quita su vaca "Juliette", el regalo de un aficionado cuando logró el torneo de Gstaad.