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¡Margarita se llama mi amor…!

No es fácil la convivencia entre el presente y el futuro, porque entre ambos existen pocos parecidos. Lo actual se conoce sobradamente. Un consejo que se va, un equipo que medio va (siete empates) y una afición que se ha quedado perpleja y silenciosa ante la pléyade de acontecimientos vividos en los últimos tiempos. Creo que se aferra a la esperanza, como ha expresado estos días Monseñor Uriarte con motivo del "Día del Seminario". El Obispo reconoce que a día de hoy no hay un solo seminarista en la diócesis, aunque hay cinco jóvenes que se preparan para serlo.

A pesar del panorama no descarta la creencia en un futuro mejor. Ese ejemplo nos debe servir para creer también que nuestro club aspira a un proyecto que enganche y transmita a la grada la ilusión perdida. Aquí, cuando menos, contamos con la presencia de Iñaki Badiola, del que se podrá decir lo que se quiera, pero su paso se ha dirigido al frente como los valientes en la guerra. Posiblemente, como al resto de voluntades, la dimisión del consejo le pilló con el pie cambiado. Su reacción, su candidatura, ha llegado a tiempo.

Se esperan, ¿o esperaban?, otras. La margarita circula por distintas manos. Plagada de pétalos, se los arrancan uno a uno. "Sí", "no", "no", "sí"…así hasta que nos quedemos con el ramo desflorado. La aparición de contrincantes no parece clara. Incluso, uno de los que ha sonado como posible lleva unos cuantos días postrado en cama, con "pérdidas norteñas y sureñas", debido a unas ostras que le han sentado fatal. No se tiene de pie y la rumorología estima incluso que ya no maneja la margarita.

La gente no es tonta y comprueba realidades. Los últimos voluntarios por la causa realista han salido trasquilados, incluso apedreados cual pecadoras. El horizonte que se presenta, con este escenario, no llama ni a optimismos, ni alegrías. Badiola lo sabe y ofrece un proyecto que suena a "desmarque de ruptura" con las fórmulas precedentes. Ni peor, ni mejor. ¡Diferente!. Recoge muchas adhesiones de la gente de a pie. La mayoría silenciosa. Ese es su gran capital, a la espera de lo que decidan los grandes prebostes.

En paralelo, el equipo y su técnico siguen su camino como pueden. Ayer nos visitó el Cádiz. Oficio, buenos futbolistas, notable manejo del balón y algún susto en el portal de Riesgo. Entre él y sus compañeros  salvan defensivamente la papeleta. Con el de ayer, tercer partido seguido sin encajar gol. Lo que pasa es que arriba, donde se cuecen las habas, andamos "escasitos". Nos falta llegada y pegada, sobre todo esto último. Estamos en compás de espera. Como si nos fuera a llegar un amor. ¡No creo que se llame Margarita!.

(Este artículo corresponde a la jornada Real Sociedad-Cádiz (0-0), sumidos en proceso electoral a la presidencia de la Real Sociedad).

Iñaki de Mujika