Uff!. El domingo le toqué el morrillo a un toro. ¡Disecado, claro!. Se pasó encima de mi cabeza toda la comida en el "Callejón de los gatos", el restaurante más famoso de Albacete. De sus paredes cuelgan centenares de carteles taurinos, fotos y demás detalles de la fiesta. En una vitrina, junto a nuestra mesa redonda, un traje malva de Manuel Caballero, el diestro de la tierra en cuyo comedor, no apto para fumadores, nos ubicaron.
Fuimos a tiro hecho. No es la primera vez que caemos aquí. Se come muy bien. Te atienden estupendamente y no hay agobios. La casa cuenta con varios comedores repartidos a lo largo de las plantas del edificio, bautizados con el nombre de un torero. Así, Mancheguito, Pedrés, La Bodeguilla, El salón del toro, Los Maestros, Chicuelo, Andanada, La Bodega, Dámaso González y el propio Caballero dan nombre a los espacios. Coincidimos allí con la comida oficial de ambas directivas y con algunos seguidores que nos saludaron al reconocernos.
Elegimos pronto y bien, porque prácticamente a la una y media de la tarde estábamos sentados. Ya se sabe que el curro de la radio comienza pronto y que me gusta llegar a los campos con tiempo suficiente. Si has leído crónicas anteriores, sabes de sobra que casi siempre comenzamos con un plato de jamón. En esta tierra, no puede faltar un revuelto de ajetes tiernos. Se me antojaron unas habitas frescas con calamares (chopitos) francamente buenas. Esto, de picoteo.
Luego, llegaron las carnes. Elegí chuletillas de lechal a la brasa, pero en la mesa no faltaron ni el entrecot, ni la paleta de cordero. Como nadie rechistó, es fácil deducir que todo estaba riquísimo. Los postres nos sorprendieron, porque a la degustación de pastelitos añadieron dos copas. Una de crema de yogur sobre fondo de crema de membrillo. Otra, con piña y nata, a modo de mouse. Café. Mientras esperas, la casa ofrece unas aceitunas del tamaño de una castaña a modo de aperitivo. Es necesario reservar. Se llena siempre.
Datos de la ubicación
Callejón de los gatos
C/ Guzmán el Bueno, 19. ALBACETE.
Teléfonos: 967211138— 967211182).
Lo bueno, o lo malo, es que en los viajes largos, también el sábado es día "hábil, a todos los efectos". Salimos a cenar. La primera intención fue "il forno". Una vez me llevó allí Mattin Irazoki y guardaba un buen recuerdo. No debo ser yo solo, porque la cola para entrar apuntaba a espectáculo y nos dieron como poco una hora de espera para conseguir mesa. No estábamos para esperar. Nos fuimos hasta las inmediaciones de la calle Tejares.
Lo intentamos en "La cruz blanca". Hasta los topes. Lo mismo en "El Alambique". Añadamos un par de proyectos más con el mismo resultado y resolveremos que han dado las diez y media de la noche y seguimos dando vueltas. Viendo el cariz, damos un paso al frente, lleno de valentía y decidimos, ¡en Albacete! un argentino. "Costumbres argentinas". La tele está puesta. Ofrecen el Zaragoza-Atco. de Madrid. Nos dicen que sí a una mesa y nos sentamos. Bebemos unas cuantas "Quilmes".
Somos cuatro y le ponemos las cosas muy fáciles a la camarera. Para todos lo mismo. Chorizos criollos, empanadillas criollas y entrecot con patatas y salsa chimichurri. En los postres variamos y no me arrepiento del flan con dulce de leche con el que cerramos sesión. Con 20 euros por barba, todo hecho.
Costumbres argentinas.
Calle Jesús Nazareno, 5. Albacete 02002.
Los móviles de reserva: 699-044147 o 636-481282).
Aunque pisábamos calles albaceteñas, la noche era toledana. Como quien dice, en la puerta de al lado, se sitúa "Gabanna", un sitio tranquilo de copas. Si pides un gin tonic y te despistas, te puede caer una ginebra que no figura en los catálogos. ¡Y es muy fácil despistarse!, porque las señoritas que sirven los pelotazos no pasan desapercibidas. ¡Qué delanteras!.
Convencí a los compañeros de aventura a cruzar la calle y entrar en "Teja music". Aquí te atiende un tío y la música se oye a un nivel insoportable de decibelios. Otra copa y son cerca de la una y media. Lo que sucedió luego, es para que su imaginación trabaje un poco y diseñe el resto de la noche como más le apetezca, porque hasta aquí puedo contar.