La Real Sociedad cuenta con un entrenador nuevo. Juanma Lillo sustituye a Joserra Eizmendi al frente del banquillo txuriurdin. La decisión de Iñaki Badiola, presidente, se ha confirmado en una rueda de prensa en la que ha comparecido junto a los dos entrenadores. "Nos podemos confundir, pero como revulsivo tomamos decisiones si consideramos que son buenas para el club. Asumí la responsabilidad al nombrarle".
Derrotado el equipo por un Ferrol modosito, la Real perdió una oportunidad de apuntalar sus opciones de ascenso a la categoría perdida. Como todos los domingos, bajé solo por las escaleras que conducen desde la cabina de radio hasta la sala de prensa. En torno al segundo piso, más abajo del palco de autoridades, me crucé con el presidente. No se lo pregunté, pero subía seguro del vestuario. Es su costumbre.
Vio mi cara, que no era precisamente festiva, y trató de animarme con una de esas frases habituales para salir del paso. Le di una palmadita de agradecimiento y ánimo respectivo. Seguí para abajo y él hacia arriba. Tres días después de aquello, la Real cambia de entrenador. Iñaki Badiola inició su andadura con Cris Coleman, heredado del tiempo anterior. La dimisión del galés propició la llegada al banquillo de Joserra Eizmendi ahora cesado. Su trayectoria no ha sido redonda y las últimas derrotas consecutivas le han sentenciado.
El elegido es también guipuzcoano. Atiende por Juanma Lillo. No es la primera vez que el tolosarra se acerca al banquillo realista. En octubre de 2001, Toshack, manager general y entrenador a la vez, protagonizó con sus jugadores una derrota en Vallecas. Tras ella, planteó su voluntad de abandonar el banquillo y dedicarse al trabajo de organización. Lo había intentado antes con Jaime Pacheco (Boavista) o Katanec (Eslovenia), incluso se reunió con Jose Mari Bakero, pero nadie aceptó la propuesta.
Lillo, sí. Vivía en Salamanca. Recibió la llamada, escuchó el planteamiento, cogió el coche y carretera camino de San Sebastián. Se había reservado una suite del Hotel Amara Plaza para cerrar allí el acuerdo. ¿Qué pasó por la cabeza del galés?. Nadie lo sabe, pero lo cierto es que de su inicial plan se echó para atrás. Xabi Bengoetxea, vicepresidente deportivo, debió llamarle y darle el disgusto. Lillo giró su vehículo y volvió al punto de partida.
Han pasado casi siete años. Juanma Lillo recibe el encargo de coger el toro por los cuernos y torearlo. No hay otro objetivo que el ascenso. Lo consiguió con el Salamanca al principio de su carrera. Además del equipo charro, Mirandés, Real Oviedo, Tenerife, Ciudad de Murcia, Terrassa y Dorados de Sinaloa (Méjico) fueron sus destinos profesionales. Suerte dispar. Muchos ceses y decepciones en el camino. Recibió otras ofertas que no aceptó. "Vengo a casa para echar una mano".
Juanma Lillo es un entrenador diferente a la mayoría. El manejo del grupo, su forma de juego, el trato exquisito al balón, la táctica y la estrategia son para él los elementos básicos de su perfil de técnico. Estudioso del fútbol, se ha mostrado muy proclive a la corriente argentina de entrenadores como Jorge Valdano o Miguel Ángel Cappa, con quienes le une profunda amistad. El conocimiento del fútbol y de los futbolistas le han permitido ser invitado por cadenas de radio y televisión para analizar los partidos de cuantas citas ofrece este deporte a nivel mundial.
La contratación del nuevo entrenador alcanza hasta el final de temporada (11 partidos). Raúl Caneda será su ayudante. "Pido la máxima colaboración de todos, porque el objetivo es común", afirmó Lillo en la rueda de prensa.