La Real Sociedad aspira a recuperar la categoría perdida. Le quedan por delante nueve jornadas para conseguir los puntos necesarios que le devuelvan al lugar del que nunca debió salir. Pero salió, culminando un proceso de deterioro social, deportivo y económico que nadie fue capaz de frenar o reconducir.
La vorágine de intereses y otros movimientos dejaron a la entidad con muy poca fuerza para resistir. El presidente Miguel Fuentes decidió abandonar y dimitió. La mayor parte de su equipo no se fue con él. Circunstancia poco explicable y decidió permanecer comandado por María de la Peña. Aquel sinsentido duró muy poco, pero provocó más decepción y desánimo. Aún dio tiempo a un tercer intento, aunque sólo fuera para acompañar el tránsito del proceso electoral. Juan Larzábal entró a la entidad cuando las cosas estaban demasiado torcidas como para enderezarlas.
En algún momento es posible que guardara alguna esperanza de hacer posible la viabilidad de un proyecto, pero las fuerzas externas contrarias a cualquier prolongación de "Denon" no participaban para nada de la idea del continuismo. Aún más, unas poco afortunadas declaraciones del presidente en funciones contra la posible elección del candidato Badiola añadió más tensión a la situación.
El mes de diciembre de 2007 se convirtió en una guerra sin cuartel. Por un lado, el único candidato conocido, Iñaki Badiola. En frente y a su alrededor, un mundo de intrigantes, con algunos medios de comunicación ejerciendo de palmeros, arrimando el ascua a su sardina. Campo embarrado. Se crea un ambiente de tal nivel de deterioro personal e institucional que no hay más aspirante que el ya referido. El 3 de enero de 2008 logra una victoria sin precedentes. Su triunfo se legitima desde dos vertientes. La propia, con el apoyo de sus partisanos que no eran muchos. El resto de votantes se decanta a su favor por despecho. Entendieron que la campaña de "pim,pam,pum" contra Badiola no podía obtener premio y se unieron para fortalecer el inicio de la nueva andadura.
Han pasado cien días. Complicados y difíciles de digerir, porque el estilo del presidente se escapa a cualquier tradición. Es una gestión de luces y sombras que el califica "de sol y granizo". No pasa desapercibido, ni indiferente. O le apoyas, o estás en su contra. Posiblemente, no haya término medio. Ha cometido graves errores y notables aciertos. Le pierden muchas veces las formas y el seguidor guipuzcoano no está acostumbrado a estos vaivenes que afectan al respeto a personas. Puede prescindir de personas, pero no a cualquier precio.
Por unas u otras razones, las salidas de Pako Ayestarán, Salva Iriarte, Juanan Larrañaga, Manu Urbieta, Mikel San Juan…y las que puedan venir, determinan una situación confusa, farragosa, con demandas en los juzgados y con suficiente crispación como para que la vida del club no sea precisamente placentera.
Los dos retos más importantes en la Real Sociedad apuntan a lo deportivo y a lo económico. La estructura de Zubieta está desmantelada. Muchos cambios y quizás una falta notable de tensión. La primera plantilla, reforzada con las adquisiciones del propio Badiola, lucha por ascender. Esa sería una válvula de escape. Pero preocupa la economía. El club no ingresa lo necesario para cuadrar un presupuesto, increíblemente aprobado con un déficit sonoro. Estamos a la espera de China, de las camisetas, de las tiendas, de las banderolas, del dinero debajo de las piedras…que oxigenen las depauperadas arcas y permitan al presidente ganar en confianza y credibilidad.
Sus primeros tres meses no han sido fáciles. Se ha metido en charcos que no le van a proporcionar paz y sosiego (Diputación, Federación Guipuzcoana, fútbol cantera, relaciones con otros clubes). Su mejor aliado será el ascenso a Primera. Con él mantendrá buena parte del apoyo social. Las cifras, los números, los euros…son otra cosa. Los dos próximos meses orientarán y definirán el paisaje. Deben aparecer las tiendas, las camisetas, las banderas, la financiación, el director deportivo, el proyecto que lo sustenta. Le miran con lupa. O convence, o fracasa. Con Badiola no caben los términos medios.