elbeaterio.es

David Doblas, el retorno del hijo pródigo

David Doblas es un jugador de baloncesto que disputa sus partidos en Gipuzkoa Basket. Cántabro, de Pedreña. Mide no sé cuanto y pesa otro tanto, aunque su paso por Menorca le ha quitado kilos y ofrece ahora una imagen "menos monumental". Le conozco desde que llegó a un equipo con aspiraciones de ascenso. Me ganó para su causa por una de esas razones que cada vez faltan más en el deporte.


Es grande de tamaño y de corazón. Fortaleza física y calidad humana. Su arrojo y valentía le hacen temible, porque sabe ocupar la zona, el sitio desde el que hacerse con un rebote o machacar el aro contrario. Se le ve a distancia y los árbitros le van adjudicando personales, unas reales y otras que se derivan de su actitud agresiva. Doblas no pasa desapercibido en ningún encuentro, incluso cuando juega mal. Es él con todas las circunstancias. ¡Acéptame como soy!.

En la primera temporada (2005-2006) logró con sus compañeros liderar un proyecto que concluyó con el ascenso a la ACB. La conocía de sus tiempos en Granada. El favorito León quedó en el camino y los guipuzcoanos volvieron a la cima después de muchos años. El proyecto del club que preside Miguel Santos contaba con él. David aceptó la oferta y se quedó en el coso de Illunbe para comprobar "in situ" que su deporte era capaz de llevar nueve o diez mil espectadores a la grada.

No fue un año fácil. Porfi Fisac entrenaba un colectivo que no fue capaz de mantener la categoría y al final de la temporada el descenso culminó un año difícil e inexperto para la mayoría. Doblas creyó que su ciclo en Donosti terminaba y, pese a contar con una oferta de continuidad, cambió de aires y decidió irse a Mahón, la capital de Menorca en donde vive un equipo de elite. El tiempo siempre quita y da razones. El entorno, la compañía, la relación, y sentirse a gusto suelen ser compañeros de viaje en las buenas travesías.

Probablemente, no lo fue para este jugador temperamental, que paulatinamente fue girando sus ojos a la ciudad de procedencia. Sucedía lo mismo en el club de origen, porque todos conocen la capacidad del pívot y las aportaciones que podrían ayudar al equipo. Los polos se fueron atrayendo y el reencuentro se produjo en el llamado mercado de invierno. "El retorno del hijo pródigo" permitió que la plantilla ganara en calidad y capacidades. Se volvió a encontrar con su amigo Ricardo Uriz, el único superviviente de aquel equipo que consiguió el ascenso.

Sus primeros tiempos fueron de análisis. Tranquilo, sin prisa. La plantilla estaba trabajada por un nuevo entrenador, Pablo Laso, con sistemas y compañeros nuevos. Su incorporación se produjo sin traumas. El ascenso no llegó por la vía directa. El CAI, campeón, llegó a la ACB por el camino más recto. Quedaba por delante una eliminatoria, superada frente a los gallegos del Rosalía, y un play-off en Cáceres frente a los otros aspirantes. Primero fue el Breogán. La actuación de Doblas no cautivó a nadie. Le cayeron pronto las personales y su rendimiento no fue el que su equipo necesitaba. Insatisfecho consigo mismo comprobó que la victoria llegó y que la final ante el Tenerife estaba servida. Ganar y ascender. Ese era el objetivo.

Doblas apareció entonces como el "Ave Fénix". Desde las cenizas de la víspera, emergió un jugador imparable. Altísima valoración la suya, con 17 puntos, un montón de rebotes y la sensación de ser el líder que tiraba del carro, contagiando esa fortaleza interna y externa que le acredita como un deportista solvente. Victoria y felicidad.  Se gana al público desde la solidez de su juego y lo celebra con la satisfacción del éxito. Vuelve a la ACB con el equipo que eligió para volver a competir entre los mejores.

 

 

Iñaki de Mujika