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Y ahora ¿qué?

Y ahora ¿qué?. Esa es la pregunta que me formulo. La misma que puedo compartir con cualquiera de los lectores que aquí se asoma. Ayer el presidente de la Real Sociedad perdió bagaje. También las votaciones que planteó a los accionistas, que presentes o representados, quisieron manifestarse. En enero, recibió un apoyo mayoritario e incontestable alcanzando ganando una legítima elección a la presidencia.

¿Han pasado cinco meses, 166 días, y las cosas son diferentes. ¿Razones?. Bastantes. La primera, derivada de la decepción por no conseguir el ascenso a Primera. Un éxito deportivo hubiese llevado la euforia a un colectivo con nulos motivos de alegría en los últimos años. Convocar una Junta de accionistas dos días después de concluir el ejercicio conllevaba riesgo en caso de fracaso.

El camino se ha jalonado de incidencias. Todas contra la buena marcha del proyecto. Lamentable salida de Pako Ayestarán e injustificable tratamiento al entrenador Juan Carlos Oliva. Despidos de Salva Iriarte, Juanan Larrañaga, Mikel San Juan, Manu Urbieta, además de una secretaria que han llevado al club a los juzgados, con el consiguiente deterioro de la imagen.

El proyecto deportivo se desconoce. Sin un director técnico real sentado en su despacho, la entidad ha convivido con la llegada de Francis Cagigal, al que se espera desde hace muchas semanas, pero que no termina de llegar. En el interim se va deteriorando la relación con un nutrido grupo de equipos guipuzcoanos que no son capaces de entender, ni de convivir con el nuevo paisaje planteado, pese al documento-protocolo auspiciado por la Diputación.

Durante este tiempo la "due diligence" aparecía en el firmamento como la solución a todos los problemas. Ayer la conocieron los accionistas. Catarata de cifras, gastos, porcentajes, asesores, traspasos, operaciones, empresas, trabajadores, blindajes, indemnizaciones, ingresos, gastos, contratos de imagen, ausencia de facturas, asientos contables y un largo etcétera…

Cada uno obtendrá una conclusión. Valorará los datos y decidirá en consecuencia. Eso es lo que hicieron los accionistas. Votaron por mayoría amplia en contra de las propuestas del Consejo, que por encima de las interpretaciones muy discutibles de su portavoz deberá hacer una reflexión seria y profunda sobre si el camino elegido para sacar a la Real de la sima en la que se encuentra es el idóneo.

A día de hoy, el proyecto y sus valedores han perdido credibilidad y apoyo. No se ven claras las opciones de regeneración económica y surgen muchas dudas sobre la viabilidad deportiva y la posibilidad de construir un equipo competitivo de garantías para el próximo ejercicio. Lejos de echar la culpa a los accionistas, es prioritario un ejercicio de autocrítica. Después, una decisión. La que sea mejor para la Real.

 

 

 

 

Iñaki de Mujika