El equipo de Luis Aragonés ha accedido a la final de la Eurocopa 2008 por méritos propios. Por muchos méritos, pese a la poca credibilidad con la que ha contado, sobre todo al principio, de esta andadura que puede concluir de una manera impensable. De hecho, ya lo es.
Pocos días antes de iniciar la preparación del campeonato, el seleccionador ofreció una charla técnica a los entrenadores guipuzcoanos. Me invitaron a moderarla. Acudieron además Armando Ufarte y el preparador físico Paredes, parte de su equipo de confianza. Dijo bastantes cosas, mientras explicaba el trabajo que se planteaba entre Austria y Suiza. Ciclos concretos y muy medidos.
Me llamaron la atención muchas de sus ideas, pero me quedé sobre todo con una frase: "Quiero dejar un equipo. No, una selección". La organización me pidió que tratara de evitar conflictos en el capítulo de ruegos y preguntas. Intuía que estaba bastante harto de algunos temas. Entre ellos, el de Raúl. No conocía al "míster" más que de vista, pero arranqué la charla con dos aseveraciones. La primera, dirigida a los compañeros de profesión, para explicarles que no iba a conceder rueda de prensa. La otra, en relación al citado jugador. "Si os parece hoy de Raúl no hablamos y nos concedemos un descanso semanal". (Sonrisas).
Luis impone en la distancia corta. Por edad, por experiencia y porque no expresa al exterior muchos sentimientos. Sinceramente, te preguntas muchas veces qué estará pensando. Aquel día se disputaba la semifinal de Champions entre el Manchester y el Barça. La quería ver. La sesión concluyó sin problemas y en la pantalla gigante de la federación Guipuzcoana vimos el partido. Me hice una foto de recuerdo (la encuentras en esta página en la galería), le deseé buena suerte y nos despedimos. Me trató muy correctamente.
Es obvio que he seguido la Eurocopa, casi todos los partidos. Queda la final. A la concurrencia del citado encuentro con los preparadores guipuzcoanos le pudo sorprender, como a mí, que no ocultara en ningún caso su convicción y deseo de ganar el torneo. En sus palabras no había euforia, sino convencimiento. Método y un colectivo dispuesto a la hazaña.
Hasta que llegó el día de la "lista final", la corriente mediática de Madrid le quiso meter con calzador el nombre de Raúl y lo que conlleva. ¡Raúl, selección!. Pancartas, masas corales, lamentables comportamientos en una estación de tren y más… Aragonés no se apartó un paso del camino y dio los 23 nombres que le apetecían. No estaba el capitán madridista. Escopetas y cañones se apostaron en el camino, para disparar sin freno en cuanto la oportunidad surgiera. Incluso, a sabiendas de que el técnico, pasara lo que pasase, no iba a continuar en el banquillo.
Los jugadores cerraron filas en torno al técnico y su idea. Se han encargado de demostrar más que notorios signos de unidad y fortaleza, comportándose como equipo. En todo este tiempo, la munición ha perdido su valor y las armas han dejado de apuntar. No he leído una sola línea al respecto, ni una imagen de televisión, ni un comentario de radio. Aquellos que tanto propugnaban a Raúl, se apuntan ahora al coro de feligreses, cual patulea. Nadie. Ni un solo recuerdo al futbolista idolatrado. Las evidencias expresan otra realidad. Ya no se escucha "Raúl, selección".