COPA. Real Sociedad-Real Zaragoza (1-0)
4 de septiembre de 2008
Lo que son las cosas. Dos partidos oficiales, dos debutantes y dos goles. Esta vez el turno fue para Marcos que supo aprovechar el impecable pase de Elustondo que, lo digo ya, anoche estuvo formidable. El partido se presentó con la misma etiqueta de los análogos en años precedentes. Es decir, poquito garbo, mínima pasión y ganas de que te dejen en la estacada. Desde octubre de 2004 no habíamos eliminado a nadie. Entonces fue el Burgos, para caer luego en Miranda por los charcos y los penalties.
"The trainer" no nos jaleó la previa con los posibles debuts de Dramé y Necati. El match copero apareció en el horizonte con el mismo atractivo que una Novena a San Sulpicio. Quedaba ver el rendimiento de Zubikarai y la adecuación a un nuevo marco de exigencia. Tampoco supimos, a priori, a qué venía el Zaragoza. Incluso, por la sensación de las declaraciones pre-match, aparentó qué las fuerzas se guardaban para el sábado a orillas del Ebro.
Pero, ese es su problema. Lillo volvió a ser progresista. Hasta el final. Con gente nueva e ideas claras, pero con una gran diferencia respecto al encuentro frente a Las Palmas. La salida del balón mejoró con los buenos vinos en odres viejos. Zubikarai pasó un susto. Se encontró con Ewerthon de frente y le rampló el mano a mano. Justo lo que en la misma portería no sucedió después, afortunadamente, con la acción de Marcos y el gol que celebró una grada dispuesta a apostar y apoyar a su equipo hasta el pitido final.
Lillo manejó bien los tiempos, incluso el de su expulsión. Luego, entre Trecet, Caneda, Iñigo Domínguez y él establecieron un orden de comunicación que debería haber mejorado con un "Walki talki" de esos que manejan responsables del club los días de partido. Pero, la tensión, las emociones, las buenas jugadas ayudan a superar problemas y todo se hace mucho más llevadero.
El sábado nos volveremos a ver las caras. Esta vez les toca a ellos llevar el peso del partido. El técnico realista le ganó la partida a Marcelino, aunque sólo fuera por el trajín de movimientos de unos y otros. La Romareda será otra cosa. La Real jugará de visitante por primera vez y la alineación cambiará, pero afrontar el partido desde la tranquilidad de las cosas bien hechas ofrece perspectivas más halagüeñas. La Copa embriaga.