El lunes por la noche y fuera del micrófono del plató de televisión de Localia, antes de iniciar la habitual tertulia, Vicente Biurrun nos adelantaba el posible acuerdo de Mikel Alonso y la Real Sociedad horas antes de que se celebrara el juicio. Se acababan de levantar de la reunión sin luz suficiente, pero las puertas no estaban cerradas. La mañana del martes, día de la vista, las idas y venidas se repitieron antes de comparecer ante el juez. Finalmente se produjo el "placet" o aceptación de las condiciones aceptadas por parte de todos. El futbolista renuncia a un año de contrato y el club se compromete a pagarle la actual temporada en cuatro plazos que, igualmente, han dejado al descubierto la falta de coordinación en la sociedad.
El portavoz afirmó en su comparecencia que el primer abono se realizará en diciembre de 2009, mientras los medios publican que en enero del mismo año. La web de la Real informa que en el ¡2008! y el futbolista lo más que dice es que desea pasar página y no contar lo que siente y piensa. Las miradas en el juzgado destilaban enorme falta de afectividad entre unos y otros.
La razón posiblemente no corresponde en su totalidad a ninguna de las partes, pero a la luz pública la sensación que se recibe es oscura. Nadie me ha convencido. El futbolista, habitualmente parco en palabras, optó por callar mientras durase todo el proceso. El club cruzó declaraciones muy diferentes. "Las razones son absolutamente deportivas", dijo el portavoz. "No tengo nada que ver", aseguró el entrenador. Con ese panorama es normal que el jugador sintiera desazón por el proceso y la situación que le permitía entrenar, pero no jugar con su equipo.
Mikel Alonso abandona la Real Sociedad entendiendo que un mal acuerdo siempre será mejor que una buena guerra, sobre todo porque le quedan años y oportunidades de seguir jugando al fútbol. Un proceso judicial y mediático, como en el "Caso Zubiaurre", deterioraría mucho su imagen y la posibilidad de que un equipo le fiche. "Quiero pasar página".
La anterior se cierra con algún renglón más escrito. El vigente contrato comprometía el abono de unas cantidades desorbitadas para el nivel de la actual plantilla. Su renovación, conociéndose ahora la realidad económica del club, comprometió a la Real con unos desembolsos casi imposibles. Para quitarse de encima las obligaciones, le buscaron una salida en el fútbol inglés (Bolton), del mismo modo que este verano probó sin suerte con el Olympiakos de Ernesto Valverde. Amenazado con el ERE, Alonso tiró por la calle del medio. Denuncia y juicio. La historia final ya la conocen. No siempre las cosas se ven como el color de las rosas.