Las elecciones a la presidencia de la Federación Española de Balonmano decidirán quién regirá los destinos de este deporte durante los cuatro próximos años. Tres candidatos pelean por los votos: el actual presidente Jesús López Ricondo, el exseleccionador, Juan de Dios Román, y el exárbitro Félix Brocate, el más joven de los tres.
Todos conocen los entresijos de la Federación y la situación del balonmano que no es para nada boyante. El resultado final es una auténtica incógnita, porque a diferencia de las elecciones precedentes los votantes guardan celosamente su decisión, sobre todo los jugadores, que en su día se posicionaron a favor del caballo perdedor. Dos veces.
Ahora han redactado un documento de mínimos para decantarse por uno u otro. Ricondo y Brocate lo han aceptado y firmado. Juan de Dios, que pudiera ser el mejor colocado, pudiera no contar con su apoyo. ¿Con qué argumento los jugadores van a pedir el apoyo a un candidato que no acepta sus propuestas?. Complicado.
Es necesario un cambio, porque las estructuras federativas y la propia dinámica de funcionamiento han anquilosado el paso, perdiendo oportunidades de relanzamiento de un deporte que en los últimos años ha ganado un Campeonato del Mundo, un bronce olímpico y multitud de títulos europeos en las competiciones de club. Cualquier otra federación hubiese exprimido el éxito. El balonmano, no.
Nulos en marketing, horrorosos en las nuevas tecnologías (basta con entrar en la web de la Federación), mínima presencia en los organismos europeos y mundiales de decisión. Uno de los principales países con la liga más potente del mundo no pinta nada en el concierto internacional. Competiciones domésticas obsoletas. Incapaces de cerrar con éxito la División de Honor "B", la liga empezó coja. Crisis económica, con equipos de élite atravesando penurias. Los jugadores cobran, cuando cobran, con retrasos.
Si Ricondo repite, más de lo mismo. Con Juan de Dios hablé, nos contó sus proyectos y me ha remitido todo su programa. Brocate puede ser el tapado, la hormiguita que sorprenda. Hubo un cuarto, Caballero, cuya presencia otorgaba el aire fresco necesario, pero no se atrevió o no lo vio claro. La suerte está echada. Llevo muchos años cerca del balonmano y me apetece que le vaya mucho más bonito. Me he acostumbrado demasiado tiempo a convivir con un "Buenos días, tristeza", cuando miro de frente a este deporte. Nuevos tiempos, por favor.