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Carta abierta a un mirlo blanco…

Mi querido Sebastián Abreu: Espero que al recibo de la presente te encuentres bien de salud. Yo, sin otras novedades que la edad, los kilos y la mochila que cada día me pesa más. Es posible que a estas horas estés conectado a los cables de electrodos, que las jeringas te hayan sacado sangre y que otras auscultaciones y aparatos de progreso confirmen que eres apto para ponerte una camiseta y dar patadas al balón. Tal vez, entre camilla y camilla, alguien te ofrezca el periódico y leas estas líneas. Será un placer.


No sé lo que te habrá contado el entrenador para convencerte, pero llegas a una casa buena y humilde, acuciada por las necesidades y por la pasta que es el modo en que aquí llamamos a la plata que son los euros, la moneda a la que deberás habituarte. Sabemos que has hecho un gran esfuerzo renunciando a muchas cosas. Te honra, porque eso confirma que no vienes a poner el cazo. Mañana conocerás a tus compañeros. Merecen la pena. Los hay casados con hijos, solteros que viven con su pareja, solteros con novia pero sin arrejuntarse y solteros porque sí. Todos profesionales de enorme mérito.

Sebastián, han sufrido mucho porque las cosas no les fueron bien. Queremos volver a ser ¡Grandes!. Necesitamos volver a Primera División. Hace un año estuvimos a punto, pero en un maldito descuento se esfumó la oportunidad y nos quedamos aquí donde ahora residimos. La Segunda es dura, pero nos permite la esperanza. La esperanza de intentarlo de nuevo.

Andamos faltos de gol, aunque anoche hicimos dos. Lo intentamos mucho. Rondamos, nos acercamos a la portería rival, pero nones. A veces nos puede la ansiedad y echamos por tierra todo el esfuerzo. Buscábamos un delantero, un finisseur que dicen los franceses, un tío que agarre un mal pase y lo meta por la escuadra, un killer que se encuentre un frigorífico y lo suba al marcador. Vamos un tío como tú. No quiero meterte presión, pero ese es el panorama.

Quiero avisarte también que entre la noche de mañana lunes y la del martes trascurrirán 24 horas. Vas a oír ruido de tambores, gente vestida de cocinero y otras cosas. Miles de niños y de mayores pegando al palo. Pensarás "joder y me llaman loco a mí". Paciencia que sólo dura un día. Es fiesta ruidosa, pero fiesta. El miércoles todo volverá a la normalidad. Atascos, obras, mercados, rebajas y gente que te saludará por la calle y deseará que la suerte te acompañe.

Si todo va bien, el sábado estarás con el equipo y si debutas notarás el cariño, el ánimo y el aliento de todos. Y si además mojas…¡ni te cuento!. Como sabes, ayer sumamos tres puntos importantes. Estamos contentos. Si te conviertes en un mirlo blanco, seremos felices. Lo anhelamos.

Iñaki de Mujika