Los duelos con pan son menos. No sé quién lo dijo, pero se aplica. La vuelta del partido de Éibar fue la convivencia con la depresión. Un empate que no vale para nada y la sensación, créanme, de que la Real la próxima temporada jugará en Segunda División. Por eso, en el camino decidimos desviarnos y buscar en Getaria la solución a "nuestros problemas
Desde el coche llamamos, porque Elkano se llena muchas veces. Afortunadamente se acababa de anular una reserva. ¡Para nosotros!. Cerca de las diez de la noche entramos al comedor, en donde debimos saludar a varias mesas. Siempre pienso que menos mal que no vas con una querida, porque descubrirían el secreto al instante. En todas partes hay gente conocida.
Aitor Arregi ha heredado de sus padres, Pedro y Mari Jose, muchas de las razones por las que el restaurante cuenta con la confianza de sus clientes. Trabajo, disciplina y tradición. Así, durante décadas. Ahora, el exfutbolista blinda el producto con aproximaciones a la modernidad y a las nuevas tendencias, sin salirse un átomo de las bases sólidas de siempre. El producto y la calidad priman por encima de todo.
Aitor recibió hace un par de años un merecido reconocimiento. Consiguió el premio al mejor responsable de sala en Euskadi, gracias a la forma de atender, recomendar y explicar la razón de cada plato o propuesta que formula desde el manejo del mercado y la cocina. Me gusta pelearme con él. Y a él conmigo, también. Le meto gomas y me las devuelve. Son muchos años de sana relación.
Fue un menú sencillo. "Kokotxas", rebozadas y a la parrilla. Las sirven en muchos sitios, pero como éstas…"Foie a la plancha" sobre compota de manzana. "Lenguado a la parrilla" con su ajilimójili. ¡Los rodaballos parecían ballenas!. Cuajada y degustación de helados para postre. Café y champán Deutz. Poco, porque luego llegan los controles de alcoholemia y la noche del Sábado de Gloria se puede convertir en calvario.
Charlamos de fútbol cuando Juan Ramón Barrena, muy bien acompañado, se acercó a la mesa. Ellos también eligieron "foie" entre otras cosas y salieron encantados. Sobre este plato opinamos igualmente con Aitor. Le propuse un par de detalles. Por una parte, que tueste un poco más el exterior. De otra, que experimente un fondo de salsa de garbanzos. El contraste lo probé hace años creo que en Zuberoa y me encantó.
Igualmente, los Fernández de Avila, con su hijo mayor y Ester, la madre de Marisol Iturrino, oteaban horizontes desde la mesa que ocupaban. Sorpresa para todos al encontrarnos. Faltaba el pequeño de la dinastía. Ignacio, alevín del Real Unión, jugó no sé cuantos partidos del torneo de Zarautz, uno de tantos que pueblan la Semana Santa. Muerto de cansancio, eligió la cama.
Nosotros también. Dejé a Gorka en la lluviosa noche donostiarra e inicié la particular aventura que significa aparcar cerca de casa. Desesperado, dejé el coche en otro territorio. El recorrido, empapadito por el chaparrón, me ayudó a liberar mi cabeza de las vueltas que áun le seguía dando al empate de Ipurúa. Si jugasen como cenamos…