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Cuatro semanas más tarde…

Respiró la parroquia de Gal después que el árbitro pitara el final del encuentro. Los unionistas pasan por los pelos, pero pasan. Nada que no supiéramos. Confieso que después del partido hablé con Iñaki Alonso, Iñaki Berruet, Aitor Sanz, Juan Domínguez. Traté de hacerlo con otros jugadores, pero fue imposible. Los teléfonos sonaban, pero acaso no quedaban fuerzas ni para cogerlos.


En todas las conversaciones la misma aseveración: "Iñaki, hemos sufrido mucho". La sensación de tensión acumulada agarrotó fuerzas, cabeza, pero no consiguió parar el corazón del equipo. Con el descuento incluido los irundarras fueron capaces de hacer valer el empate a que les clasificaba. Cuando el colegiado madrileño señaló el camino de los vestuarios, se desataron todas las tensiones, incluidas las de los visitantes que buscaron al árbitro como culpable de su eliminación. ¡Si ellos supieran cómo han sido las tres actuaciones precedentes que los txuribeltz han soportado!.

Estamos donde estábamos hace cuatro semanas. A la espera de un nuevo sorteo que nos propiciará el rival con el que jugarnos en cuerpo a cuerpo el soñado ascenso a Segunda División. La única diferencia es que el equipo lleva como sus oponentes cuatro partidos decisivos. Por eso, ni está en desventaja, ni le va a tocar un rival campeón de grupo. El míster además va a poder recuperar a tres jugadores, previsiblemente titulares, y sabe que se la jugará finalmente en su casa, en su recinto y con su público enfervorizado. La respuesta de los seguidores blanquinegros está siendo ejemplar.

Cuando perdimos la opción del ascenso frente al Cádiz le dije al presidente que mirara las cosas desde el lado positivo. En el mismo palco, desde la decepción, le animé a pensar en lo que significaba llenar las gradas tres veces. Es obivo que desconocíamos que el Sabadell era el rival. Si los vallesanos caían, el éxito conllevaba tres taquillas que le van a venir formidablemente bien a la tesorería. Así es y así estamos.

Al equipo estas situaciones le enseñan que el logro final sólo puede llegar desde el sacrificio, el sufrimiento y la entrega. Si consigue dominar las pasiones, puede y debe jugar el buen fútbol que ha puesto sobre el tapete en muchas de las jornadas que le permitieron llegar hasta aquí y disponer nuevamente de una posibilidad de ascenso. El Sabadell era el rival más duro, porque caer ante los catalanes era despedirse. Supieron meter al elefante por el ojo de la aguja, empujando con denuedo y echando el bofe hasta la satisfacción final. Hoy los nervios y la tensión se instala en otros barrios.

Iñaki de Mujika