Mikel González está en el ojo del catalejo mediático y social de la Real Sociedad. El central de Arrasate, a través de su representante, negocia su continuidad con el club en el que compite. Por activa y por pasiva, manifiesta abiertamente su deseo de seguir defendiendo la camiseta txuriurdin. No desea otra cosa, pese a que haya quien se atreva a publicar que su futuro pasa por otro club con el que ya firmó contrato. Ello supondría seguir los pasos de excompañeros que eligieron el cambio en la misma dirección. La calle conoce los casos más recientes y posiblemente lamentables. No dudo para nada de la palabra de este jugador que se manifiesta con cordura en cada parlamento.
Pero el futbolista no quiere ser menos que nadie, ni más y tampoco le gustaría ser el tonto de la película. Sabe perfectamente lo que ganan sus compañeros, porque en la Real las cifras se conocen y se propagan sin freno. Una resultante más de la Ley Concursal que permite entrar hasta la cocina de la entidad. Los agravios son comparativos. El conocimiento de los contratos y de la prolongación pactada de alguno de ellos es lo que "orienta" al zaguero guipuzcoano. Por ahí fue la petición de su representante que quiere la mejor situación para su pupilo.
González no pide más de lo que otros, comparables a él, cobran. El club no le valora en esa dimensión, sino en otra bien distinta que crea un paisaje de dificultad notable para el acuerdo. La entidad está pendiente de la resolución del juez respecto del acuerdo con los acreedores que casi es lo mismo que decir, aprobar la viabilidad del plan de futuro. Las últimas actuaciones en materia contractual no han sido un dechado de virtud. Ni Díaz de Cerio, ni Castillo, ni Riesgo aceptaron las propuestas para permanecer en la sociedad. El cancerbero apunta al "exit" como sus antiguos colegas de plantilla. También el joven Zurutuza, a través de su representante, trata de conseguir una mejora de su contrato que expira el próximo 30 de junio.
El Consejo de Administración dispone de una patata caliente en su mesa. Apostar por el futuro a través de la cantera y no ser capaz de conseguir su continuidad no deja ser un contrasentido. Surge un buen futbolista y en cuanto despunta todo se complica. En la recámara de lo valioso aparece ahora Griezmann, contratado por cuatro años. El francés despunta y ya lo quieren. Cantos de sirena desde Manchester o Liverpool. Quizás otros no tan lejanos están haciendo mucho más daño al futuro deportivo de una Real a la que todo le cuesta demasiado.