Cuando TVE concursa en Eurovisión, el cantante y la canción que le representan siempre están entre los favoritos. Los días previos gustan mucho a la crítica, pueden ser la sorpresa y van a rozar, seguro, el podio. La historia se repite todos los meses de mayo desde tiempo inmemorial. Pero llega la hora de la verdad, que es el momento en que los votos afloran país por país. Se suman una tras otra las voluntades y las decisiones terminan con la canción en una posición bastante infame. ¡En los últimos quince años, cuatro veces entre los diez primeros y ninguna entre los cinco!
Lo más entretenido llega después del festival, cuando los oráculos se sientan en la mesa y tratan de justificar lo injustificable, porque la canción era horrorosa y no había hijo de madre que se la tragara. La evidencia deja las cosas en su sitio y denota el poco rigor previo de las argumentaciones. Quizás no sea el caso de las propuestas de la candidatura de Madrid a los JJ.OO de 2016, pero cualquier persona fría y objetiva, con conocimiento del mecanismo de elección, no hubiese apostado nunca por la candidatura española. Cierto es que la ilusión, la esperanza, el trabajo bien hecho y el esfuerzo de muchas personas pesaban en la balanza, pero no lo suficiente como para inclinarla a favor de su tesis. Al final, los cinco aros se fueron a Río de Janeiro. ¡Parecía cantado!
Salvando las distancias, la Real puede estar en la misma tesitura. Desde la pretemporada hay quienes afirman sin rubor que el equipo va a ascender. No pertenezco a ese corifeo. Más bien, me sitúo entre los olifantes, aquellos que avisan que en la competición hay unos cuantos equipos que compiten contra ti cargados de argumentos y con planteles selectos que a lo mejor superan la propuesta realista.
Uno de ellos, sin duda, es el Numancia. Los sorianos disponen de un equipo experto, manejado por un entrenador cincelado a sí mismo, con conocimientos de la competición y de los entresijos que la determinan. Por eso, el cuerpo a cuerpo de ayer en Los Pajaritos, además del intrínseco valor del resultado, contaba con el añadido de conocer la respuesta que los realistas iban ser capaces de dar ante un rival que al final estará en la pelea por el ascenso. Ambos entrenadores movieron fichas de sorpresa.
Lo intuían igualmente los centenares de seguidores que acompañaron al equipo. Desplegado el mantel, sentados los comensales y servidos los platos? 1-3. Desde el gol inicial de Zurutuza, el guión cambió por inesperado.
La Real asumió el mando desde el principio y el rival se encontró con lo que no esperaba. Mucho menos tras el zapatazo de Xabi Prieto, que amplió la ventaja y puso a los numantinos un objetivo casi inalcanzable. Lo intentaron los locales, pero la respuesta de Goiria tuvo contestación. Fuera de casa, somos la leche . Como los malos maridos…