El encuentro de Anoeta este sábado hace desempolvar las hemerotecas y profundizar en los vanos de la memoria. Los que no han cumplido cuarenta años, ni estaban, ni se les esperaba. Los que pasan de cincuenta pueden manejar una vaga idea. Los que se acercan a los sesenta, o los superan, seguro que recuerdan los dos últimos enfrentamientos. Ninguno de los dos campos existe como tal. En el viejo Gal ganaron los realistas (1-3) y en el desaparecido Atotxa, los unionistas consiguieron el mismo guarismo, quizás porque entonces hubo "generosidad". El triunfo irundarra no evitó el posterior descenso cuando la liga era de dieciséis equipos en cada uno de los dos grupos: norte y sur.
Era un fútbol sin extranjeros, sin cambios en las alineaciones, sin tarjetas de amonestación, sin cuarto árbitro, sin publicidad en las camisetas, sin focos ni luz artificial, sin botas de marca, sin televisión, sin cuatro defensas, sin trivote, sin enganche, sin jacuzzi, sin controles de dopaje, sin vallas, ni fosos, sin prolongación ni cartel que la señale, sin inalámbricos, sin ordenadores, ni cámaras digitales, sin entrevistas ni zona mixta, ni ruedas de prensa de los entrenadores, ni tantos entrenamientos, ni informes, ni vídeos, ni pulsómetros, ni preparadores físicos… ¡Cómo ha cambiado el cuento!.