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¡Cómo ha cambiado el cuento!

El encuentro de Anoeta este sábado hace desempolvar las hemerotecas y profundizar en los vanos de la memoria. Los que no han cumplido cuarenta años, ni estaban, ni se les esperaba. Los que pasan de cincuenta pueden manejar una vaga idea. Los que se acercan a los sesenta, o los superan, seguro que recuerdan los dos últimos enfrentamientos. Ninguno de los dos campos existe como tal. En el viejo Gal ganaron los realistas (1-3) y en el desaparecido Atotxa, los unionistas consiguieron el mismo guarismo, quizás porque entonces hubo "generosidad". El triunfo irundarra no evitó el posterior descenso cuando la liga era de dieciséis equipos en cada uno de los dos grupos: norte y sur.


Era un fútbol sin extranjeros, sin cambios en las alineaciones, sin tarjetas de amonestación, sin cuarto árbitro, sin publicidad en las camisetas, sin focos ni luz artificial, sin botas de marca, sin televisión, sin cuatro defensas, sin trivote, sin enganche, sin jacuzzi, sin controles de dopaje, sin vallas, ni fosos, sin prolongación ni cartel que la señale, sin inalámbricos, sin ordenadores, ni cámaras digitales, sin entrevistas ni zona mixta, ni ruedas de prensa de los entrenadores, ni tantos entrenamientos, ni informes, ni vídeos, ni pulsómetros, ni preparadores físicos… ¡Cómo ha cambiado el cuento!.  Era un fútbol con marcador manual, con txapelgorris, con café y txotxa en los termos de los vestuarios, con publicidad inolvidable en los altavoces, con balón de pitorro, con botas de tacos de aluminio, con linimento Sloan, con cisternas de agua que inundaban los terrenos cuando hacía falta, con barrizales, con fútbol sólo los domingos, con los grises protegiendo el espectáculo, con árbitros vestidos siempre de negro, con patadón y tente tieso, con viajes larguísimos y en tren, con presupuestos risibles, con lesionados cada cinco minutos, con masajistas que sabían perder el tiempo…¡Cómo ha cambiado el cuento!. No han pasado tantos años, o así me lo parece, pero las distancias y las diferencias se hacen enormes. Sigue siendo un juego de once contra once en el que el gol marca la diferencia. Entonces se atacaba con cinco delanteros, ahora se juega con uno. Defendías con tres, ahora con todos, porque ese fútbol total que algún técnico acuñó para sus intereses se fue cerrando para justificar la filosofía del “cero en tu portería”. Con lo que hoy percibe un jugador mediano de la plantilla unionista la entidad podía vivir entonces dos temporadas. Item más, dos salarios de los buenos del actual vestuario realista pagarían a toda la actual plantilla txuribeltz y aún quedaba remanente para bastantes otros menesteres. Conviene no perder de vista estos datos. La frialdad de los números sentencia. Por eso, este partido enfrenta dos realidades bien distintas. La Real va saliendo de su crisis deportiva y su proceso concursal está a punto de configurar un futuro con posibilidades ciertas de existencia. Su puesto en lo alto de la clasificación le concede el papel de favorito ante un rival que siente en el pompis el calor del infierno que quema. Huir de él es el objetivo. Afortunadamente, el fútbol está lleno de sorpresas. En ellas creen a pies juntillas los seguidores irundarras. ¿Tres mil, cuatro mil, cinco mil?. Imposible adivinar, pero en Anoeta se dejaran notar para que su equipo se sienta como en casa, allí donde hasta ahora se ha hecho fuerte. Será hermoso poder disfrutar. Y a lo mejor, incluso, puedo escribir… ¡El cuento cambió su final!.     

 

 

 

Iñaki de Mujika