Ayer me quedé con ganas de hacerle una pregunta al técnico realista, cuando compareció en la habitual rueda de prensa. Confesó sentirse feliz, al tiempo que nos recordó a todos que aún queda un desierto por recorrer y un Kilimanjaro que ascender. La diferencia estriba en que las áridas arenas no las recorreremos en camello y que para el alto monte contaremos con cuerdas, piolets y crampones. Los realistas despiden el año con treinta y cinco puntos de conquista, nueve más que hace un año por estas mismas fechas. Líderes y sensación de fortaleza, a la espera de otros tiempos que vendrán cuando la competición se reanude.