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Entre el Turia y el Segura (Valencia-Murcia)

Hemos visto el sol en Murcia. Llevamos un invierno tan poco generoso que entre lluvia, nieve, frío, viento…pasan los días como si nada. Echas la vista atrás y no se recuerda un día hermoso y lleno de luz. Por eso destaco el viaje a tierras del Segura. Nos sentamos en la terraza de "La mejillonera", en la misma plaza del Cardenal Belluga, en donde cuesta encontrar un velador vacío porque la gente se congrega allí para tomarse una cerveza con aperitivo de los típicos moluscos que dan nombre al bar.

Nunca consigo entrar en esta catedral, porque siempre está cerrada. Una hermosa y equilibrada mezcla de estilos (gótico, renacentista, barroco y neoclásico) no está reñida con la vistosidad. A su lado se eleva una posterior torre de casi cien metros que otorga al conjunto una altura considerable que no desentona, pese a la cercanía de los edificios que circundan el monumento. Como sólo pueden pasear ciudadanos, sin que los coches accedan, la tranquilidad y el sosiego de la plaza ayudan al bienestar.

Llegamos desde Valencia. La porrada de kilómetros aconseja partir las etapas. Pernoctamos en la ciudad del Turia en donde volvimos a encontrarnos en Casa de Ximo Sáez (Avenida de Jacinto Benavente, 9. Tfno: 96 3810114). Apetecía repetir aventura. Llegamos sobre las diez de la noche con Iñaki Aizpurua de anfitrión. La misma mesa del año anterior y la misma posición en las cómodas sillas del restaurante. Nos dejamos aconsejar y sorprender.  Una única pregunta: ¿carne o pescado?. Respuesta unitaria: ¡Pescado!.

Abrimos boca con "Aperitivo de mousse de patatas bravas", lograda combinación de sabor y suave textura que templa el estómago y lo dispone a recibir nuevas sensaciones. Gustaron mucho unos "Buñuelos de txipirón", a los que siguió un "Crujiente de cigala con caldo de ensalada valenciana". Luego, "Un par de hermosas gambas frescas", que comparten ubicación con las ostras que los comensales pueden ver a la entrada del restaurante.

Más tarde llegan los segundos. Aquí, cada uno de los tres ha pedido cosa diferente. "Bacalao a la vizcaína, con una salsa de pimientos choriceros" que tenía muy buena pinta. "Lomo de merluza sobre verduras a la papillote" y en mi caso "Tres lomitos de salmonete a la plancha", sin una sola espina que era el compromiso del restaurador cuando se los pedí. Soy muy vago para quitar las raspas. Si hay un postre que en esta casa se ha puesto de moda es el "Sorbete de mojito". Los Iñakis nos decidimos por ahí, en tanto que Gorka optó por una "Tarta templada de manzana con su salsa". Debo reconocer que le quité un poco.

Nada más llegar nos bebimos tres cervezas y toda la cena fue regada por un champán francés Bauchet que nos volvió a gustar. ¡También hubo agua, claro!. Con los cafés te saca unos bombones de chocolate blanco y otros rellenos de almendra que rematan la fiesta. Obligado es un par de chistes de Ximo quien se acerca a las mesas para saludar y departir con los clientes. En una de ellas, por cierto, coincidimos con el portero del Levante, Juan Luis Mora.  

Llegamos a Murcia al mediodía del sábado. Queda contado al principio el paseo bajo el agradable sol y por las calles peatonales del centro de Murcia. A la hora de comer reiteramos los mismos pasos de la última vez. Nos espera "El corral de José Luis" (Plaza de Santo Domingo, 16. Tfno, 968 21 45 97).  Se trata de comer. No vamos buscando nada especial, ni extraño, ni sofisticado. Si así fuera, nos habríamos equivocado de sitio.

Es una casa de sabor clásico. Su surtida barra es conocida por la calidad de los pinchos y el restaurante, que no cierra nunca, siempre atiende clientela. Sus especialidades se mueven entre: "Cogollos al queso con miel, pincho huertano, dorada al aroma de limón, solomillo ibérico con ajetes, rabo de toro con judiones". Tiramos por la calle de en  medio. Habitual picoteo de primero, con jamón, revuelto y mejillones y dos arroces para cerrar. Jorge y yo nos apuntamos a uno de verduras, en tanto que Ángel y Gorka prefirieron el de marisco. Postres y café. Cañas y agua, veinticinco euros por cabeza que corresponden a esa relación congruente entre calidad y precio.

 

Iñaki de Mujika