Llevábamos el día estupendo, porque en Córdoba es imposible no disfrutar. Todo es tan grande y tan hermoso que no hay rincón, esquina, plaza, tasca o monumento que no llame la atención por lo grandioso. Pero, dice la tradición que alguien lo jorobará. Así fue y así se hizo. Sólo debimos esperar a las seis de la tarde, para convivir con dos horas de despropósitos increíbles que concluyeron con una derrota, una expulsión y un portero en el dique seco para semanas. Sin que mediara un fino me entró un pedazo de sofocón que hasta hora todavía no he superado.
No sé si el entrenador de la Real es bueno, porque de fútbol no entiendo, pero lo que deja claro en cada una de las comparecencias que comparte con los medios es que no pone un solo paño caliente a la realidad. Ayer nos dijo, casi sin que le preguntáramos, que el de Córdoba era el peor partido del año y que nuestro equipo es normalito si no juega al cien por cien de intensidad. Hace muchos años, cuando uno de nuestros árbitros internacionales pitaba un partido de juveniles, montó una pirula soberana. Había acudido en moto. Pasados los minutos, duchado y escrita el acta, trató de arrancar su moto, pero ni por esas. Era imposible, porque a la gasolina del depósito le echaron azúcar. El lo ignoraba. Debió dejar el vehículo gripado en la puerta del recinto y marcharse a casa por otros medios.
Los realistas ayer se asemejaban al ciclomotor de referencia. No andaban, ni "patrás". Dieron señales de vida con un tiro cruzado de Griezmann que fue lo menos dramático de un primer periodo para olvidar, pese a que la dupla Lasarte-Iturralde repitió el mismo conjunto que doblegó al Levante. Después se sucedieron, a modo de catarata, un penalti que detuvo Bravo, un penalti a favor que no pitó el árbitro, una injusta expulsión de Xabi Prieto por simular piscinazo, la grave lesión del cancerbero que durante semanas no se vestirá de verde…argumentos suficientes como para que el técnico se aferrara a ellos. Nada más lejos. Reconocimiento público al mal partido de su equipo y a los méritos del oponente.
En estas tierras del filósofo Averroes, maestro de la noética que permitió desligar la reflexión filosófica de las especulaciones religiosas, tocaba reflexionar. Se esforzó en aclarar cómo piensa el hombre y cómo es posible formular verdades eternas. Si en su época, el fútbol hubiese pertenecido a la sociedad, sus teorías carecerían de bases sólidas, porque aquí en siete días, se pasa del cielo a las calderas de Pedro Botero. Tras la victoria ante los valencianos se desbocó el ambiente y ya estábamos en Primera sin despeinarnos. Tras el fiasco en El Arcángel, dudamos hasta del color de la camiseta. Roja por cierto en el dislate de ayer. El domingo es de resurrección y toca sobreponerse. No queda otra.
Nota.- ¡Comprobarán que no se recogen declaraciones de Xabi Prieto y Griezmann. Les tocó pasar antidoping y tardaron en hacer pis una barbaridad!