¡Qué raros y qué sositos son los partidos en lunes!. Parece que vivieras en otro mundo. Mientras los demás ya han hecho los estiramientos y descansan del esfuerzo del fin de semana, nosotros en Huelva, cercanos al catapún de Cristóbal Colón, oliendo a ría y verano que te mueres. Hasta que llega el momento del partido, hago recuento y sumo una ristra de partidos de fútbol que me he metido entre pecho y espalda. Empezó el viernes con la derrota del Hércules con el Huesca. Siguió el sábado en Gal con Elche atravesando a los unionistas y continuó, ya por la tele, el final del Villarreal-Sporting y ese partido que cada año se denomina "del siglo" que jugaban los famosos en el Bernabeu.
A la vista del sol radiante del domingo, cayó en suerte un partido de cadetes en Martutene, donde los chavales corrían y corrían detrás de un balón hasta hartarse. La sesión vespertina se engalanó con el Athletic-Almería y Espanyol-Atco. de Madrid. Con las poquitas fuerzas que quedaban, aguanté con el 3-2 del Mallorca ante el Valencia. Dicho lo cual y haciendo recuento, compruebo que la módica cantidad de fútbol consumido asciende a seis partidos y medio. ¡Toma ya!.
Con ese bagaje llegamos a la vieja Onuba. Sol y calor por todas partes. Alguna mosca. Y algún langostino. ¿Para qué negarlo?. La ventaja de jugar el último ofrece el conocimiento de los resultados de tus rivales. Que si este gana, que si este viene pegando, que si aquel entra en barrena…Lo único cierto y válido es que ganando mantienes el liderato, te haces fuerte al frente del pelotón y los golpes de estado se alejan. Llega el momento de las decisiones, de los cálculos, de los cambios meditados (Jonathan por Griezmann), quizás buscando esa victoria que tanto se anhelaba desde el triunfo en Vigo hace tres meses, y por las lesiones que determinan las nuevas opciones. Pero…, derrota sin paliativos, penalty de chiste, expulsión, Carlos Martínez bajo los palos y al final todos con una cara alelada y preocupante.
El Recreativo, que acababa de descender, diseñó una plantilla tratando de recuperar la categoría perdida. En su debut en Gal, pese a la victoria "in extremis", no dio la sensación de ser aspirante. Luego, debió desprenderse de jugadores caros para hacer viable el proyecto. Cambió de entrenador y situó a Raúl Agné en el banquillo, para que la pelota rodara mejor y el conjunto sonara a juego colectivo. Su oferta futbolística no es desdeñable, aunque sus seguidores no la entiendan y en ocasiones la silben. Ayer nos dieron para el pelo. Cuestión de gustos. Lo mismo que sucede con los dirigentes de los clubes a la hora de decidir sus preparadores. Como si el tiempo no pasara por ellos, han vuelto dos viejos rockeros. Javier Clemente y David Vidal, fáciles en el manejo del verbo, con frases ingeniosas. El último nos visita este sábado con su Albacete. Como detalle esta perlita: "Cuando no sabía entrenaba en Primera, ahora que sé entreno en Segunda". Martín Lasarte también maneja con eficacia la palabra, pero es "más modosito".
Nota.- La renovación de Antoine Griezmann me ha parecido una buena noticia, no solo por lo que conlleva, sino también por lo que significa. Más brotes verdes desde el vestuario que apuesta por el proyecto futuro aquí, y desde los despachos que han sido capaces de firmar este acuerdo que no parecía fácil. ¡Nos quedan diez partidos, pero qué diez.! A la vista de los acontecimientos…