El Real Unión no oculta las sensaciones, aquellas amargas experiencias que le acompañan en muchos de los encuentros que disputa en el duro peregrinar por Segunda División. Le pasan por encima actuaciones arbitrales que le perjudican en demasía y que afectan a su situación en el campeonato y a su futuro en la categoría. Las Palmas y la actuación de Melero López constituyen el punto de inflexión. Es imposible un mayor atropello.
Las declaraciones de Iñaki Alonso, el técnico que no puede más con estas situaciones no entrenables, dejan clara la sensación de indefensión ante esta cruda realidad: "Al fútbol, al Real Unión y a la ciudad de Irún en general nos han atracado porque lo que nos está pasando es de escándalo. Me da rabia decir siempre lo mismo, pero es verdad. El equipo ha hecho un partidazo y ha merecido al menos un punto».
Este discurso se ha repetido demasiadas veces en la presente temporada. Los unionistas han recibido más de ciento veinte tarjetas amarillas, además de nueve expulsiones, que han minado sus fuerzas y las posibilidades de concluir con éxito partidos en los que contaban con opciones reales en el marcador. Se trata simplemente de tirar de estadísticas y analizar con frialdad la evidencia de los datos.
Paralelamente, el equipo ha sufrido lesiones de corto, medio y largo plazo. La portería es un sinvivir. Los problemas afectan demasiado a los cancerberos. El último en caer de nuevo ha sido Otermin, a quien se le ha roto un dedo en su mano izquierda y permanecerá seis semanas de baja. Como quiera que Xabier Jauregi tampoco está en sus mejores condiciones, todo se complica más.
Pese a ello, los irundarras siguen creyendo en el milagro. La visita del Murcia es el siguiente clavo ardiendo al que agarrarse. Expulsados Beobide, el delegado Francho, el preparador físico Barrutia, el directivo Manu Sagarzazu que no se calló en su visita al vestuario del árbitro después del match…tocados por todas partes, queda el aliento del público y, pese a que sobre Gal pesa una amenaza de cierre, los seguidores seguirán cerca de los suyos, porque contra eso no hay árbitro que pueda. El Real Unión convive con su amargo penar, pero los futbolistas siguen entregándose sin tregua al noble objetivo que persiguen. Es ejemplar su actitud, aunque no haya respuestas ante la incomprensible actuación de quienes, demasiadas veces, les impiden disfrutar de aquello que ganaron por su esfuerzo.