Los partidos se ganan en los terrenos de juego que es donde se enfrentan los equipos, se equilibran las estrategias y deciden los deportistas en función de sus capacidades y aciertos. El Mundial de fútbol constituye una de esas grandes citas en donde los países y los aficionados ponen sus ojos atentos a lo que suceda sobre el verde césped. El día que juega la selección que les representa aportan a la visión el punto emotivo que necesita el espectáculo para hacerse incomparable.
El equipo español debutó como no se lo imaginaba: perdiendo. Suiza montó su estructura defensiva, porque no puede hacer otra cosa. Juntitos, cerrando espacios, sin atreverse a salir del entorno de su portero. De un saque de este llegó el gol de Gelson Fernandes en la portería contraria, causando asombro y estupor en quienes pensaban que el partido estaba ganado antes de empezar. ¡Parecen nuevos!.
El papel en los periódicos y la voz en radio y televisión lo aguantan todo, incluida la desmedida euforia. Las victorias se celebran antes de jugarse los partidos. A los rivales no se les respeta hasta que te dan allí donde más duele. Confieso que a las cuatro de la tarde me tumbé en el sofá para ver el debú.. Pasado un cuarto de hora me debí dormir. Los ronquidos poco antes del descanso sirvieron de alarma. Señal inequívoca de que el ritmo del juego era más lento que mi sueño. Luego, una vez despierto, pasé a la televisión francesa para seguir el partido, obviando así que otras voces llevaran dolor a mi cabeza.
Ottmar Hitzfeld, entrenador de la selección de Suiza, es uno de esos viejos zorros expertos en el arte de saber esperar. Su equipo suma tres puntos y si logra superar a Honduras no estará lejos de clasificarse. Nadie contaba con ellos, pero…Ver venir