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Domingos Paciencia

Las pretemporadas me suenan a paquete. Salvo los preparadores físicos y algún que otro enfermo de la carrera continua, el farletk sueco, el interval training o la carrera polaca, no disfruta ni el tato. Pasadas dos semanas de lucha a favor de la resistencia, comienzan los rondos largos, las posesiones y los primeros amistosos que, generalmente, dan pena, porque los equipos están sin rodar y los tostones se suceden uno tras otro. Así va pasando el verano, hasta que más o menos, cuarenta días después de abrir los vestuarios para la nueva temporada, el balón echa a rodar con árbitro oficial y resultados que valen para la clasificación final.


En ese tiempo se dan resultados de todo tipo. Si el equipo en cuestión lo gana todo, se desatan las euforias. Si lo pierde, los canguelos se apoderan del entorno y a temblar, porque las dudas se instalan. Para evitar esas dos posibilidades, paso olímpicamente de amistosos. Fui a Txerloia para saludar y ver la cara de los nuevos. Sinceramente, prefiero las tardes con tortilla de bacalao y sidra. Todo va por esos derroteros hasta que te toca ponerte las pilas, porque la competición pisa los talones. Empiezo a ver rivales por televisión, me centro en las novedades de las plantillas y trato de situarme en un lugar lo más aproximado posible con la realidad que me toca vivir, cosa por cierto que no es fácil.

Al rival que ayer visitó Anoeta le vi jugar un amistoso en Inglaterra ante el Tottenham. Espléndido. Lo bordaron y empecé a imaginarme la tarde del debut. Decidí dejar las cosas en "stand by" esperando a que llegara el momento. ¿Para qué jamadas de coco antes de tiempo?. Luego, me sumé a la legión de seguidores de los dos partidos de la Supercopa y disfruté sobre manera con la vuelta del Sevilla-Braga. Allí, en el banquillo portugués, apareció un chico joven, guaperas, con mechas rubias en su castaño cabello y con una pinta de ligón que te mueres…Pero, calla, que estoy hablando del entrenador. Un pedazo de preparador que planteó un partido soberbio, enseñando que la buena mano de un técnico se plasma en la situación de su equipo sobre el terreno y cómo éste se comporta ante un rival de talla. ¡Implacable!.

Busqué su nombre y me encontré con Domingos Paciencia. Al principio, sentí un puntito de despelote. Es que en el mundo del fútbol hablar de domingos y paciencia viene como anillo al dedo. Guardé los dos nombres y decidí en aquel momento que el primer beaterio de la temporada se iba a titular de ese modo, porque si algo debemos tener este año con el equipo es paciencia, sea sábado, domingo o lunes. Con los recursos que la entidad dispone, se ha tratado de hacer la mejor plantilla posible. El papel y la teoría lo aguantan todo. La práctica, los partidos y resultados, serán quienes certifiquen la realidad.

La arrancada no era fácil, porque los castellonenses disponen de recursos suficientes como para confeccionar una plantilla de nivel. Es lo que han hecho. Se quedan con futbolistas de valor, incorporan los de mejor nivel de su filial y juegan a la pelota mejor que quien inventó este juego. Los primeros minutos apuntaron en esa dirección, pero paulatinamente los realistas impusieron sus virtudes, afectos y convicción. El cero-cero inicial no era mal resultado. El uno-cero, mejor. La sociedad de los buenos jugadores Zuru, Joseba y Xabi Prieto trianguló el balón del gol de la victoria.

Martín Lasarte luego envió a los suyos un mensaje indudable: Griezmann, Viguera y Tamudo. ¡Ataque puro y duro!. Lejos de anunciar contención, determinó romper el partido. Y como su oponente, porque no le quedaba más remedio, que decidió lo mismo. El match se volvió loco con peligro en ambas porterías y ese final con jugada de suspense que por tres veces salvaron los realistas a la desesperada para asegurarse los puntos y certificar un muy buen partido cuyos puntos acercan al objetivo final. ¡Queda menos!.

APUNTE FINAL: La Liga ACT de remo debería resolver los problemas de balizaje. Las pruebas contrarreloj aburren a María Santísima y echan por tierra todos los esfuerzos que se hacen para consolidar la competición.

Iñaki de Mujika