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¡Descafeinado por avería!

Desde que te levantas hasta que llegas a casa pasan muchas cosas. Si madrugas y te acuestas tarde, las posibilidades son mayores. Ayer me puse pronto en marcha, porque la lista de recados acumulados era casi infinita. Para empezar, abrí la nevera pensando en exprimir un hermoso zumo de naranja. ¡Quedaba una!. Txanda pasa y a la ducha. Mientras le daba al gel y al champú pensaba en los recados, y en la hoja de ruta que iba a seguir. Primero, una rapada de pelo. Allá voy. Todos los sillones de la peluquería estaban ocupados y las sillas de espera, abarrotadas. ¡Au revoire Voltaire!.


De ahí, tras el fracaso, a una tienda de fotos. La cámara digital convierte en marrones las imágenes que saco. Mala pinta. Al parecer sufren las lentes una enfermedad técnica, algo así como un siniestro total. Ya no hará más fotos. A la vista de los acontecimientos, decidí tomar ese café cortadito, fantástico, que Jon prepara en su coqueto y pequeño bar. ¡Hay tan pocos sitios que ofrezcan buen café, que merece la pena acudir a su local!. Lo hago cada dos semanas, cuando no me toca viajar. ¡Aupa, egunon!. Vi la cara de Jon y no era la habitual. "No hay café, se me ha jodido la cafetera. Si quieres descafeinado de sobre…". Joder qué mañana. Eran poco más de las diez y llevaba tres kales.

En las últimas rebajas de verano dejé medio vacía la tienda de tallas grandes. Chaquetas, pantalones y camisas que luego una modista se encarga de componer y ajustar. Cargado con la bolsa fui a su tienda. "Cerrado por vacaciones hasta el 26". ¡La madre que te parió!. Con lo que cuesta aparcar en ese barrio. Aproveché para comprar en la frutería de la esquina. Nectarinas, peras, plátanos, medio melón y, por supuesto, naranjas. De ahí, a los marcos de cuadros. Un caballo con la monta de Borja Fayos del que me encapriché hace meses. Conseguí que su pintor Aiert Alonso lo vendiera. Albricias. Estaba terminado y ha quedado bien.

Seguí de aquí para allá con suerte dispar. Hasta que llegué a la cola de la pescadería. Lo temo, porque siempre hay mogollón de gente. En efecto, nueve por delante. Venga a hablar del fútbol. Siete señoras que no se medían y dos caballeros, que atentos seguían la discusión, medio despiporrándose. "A mi me gusta Xabi. Es tan guapo", afirmaba una. Otra no ocultaba sus preferencias por Casillas: "Ese tío es un monumento y con esa novia, más". "Yo creo que Sergio Ramos tiene un algo. En la cama tiene pinta de arder…". No pude más y solté una carcajada. Media hora más tarde, por fin, pude pedir unos filetes de rape que pasaron a mejor vida después de una parrilla.

Ya por la tarde el sofá de casa aguantó un día más ronquidos y retozos. Hasta que por fin los ciclistas llegaron a la Bola del Mundo. Cuando tenía diecisiete años subí hasta allí andando. Todo nevado. La cuesta impresionaba y las vistas, también. Mosquera ganó la etapa y Nibali la vuelta. Todos contentos.

Histérico perdido de tanto esperar llegué a Anoeta en torno a las ocho menos cuarto. Venga gente, venga coches, venga meriendas, venga bares, venga ambiente…Y por fin el partido. Sin Llorente, por precaución. Era partido grande para "el flaco", pero… Luego, la historia. Que si pierdes, que si empatas, que si vuelves a pèrder, que si Tamudo, que si Cristiano, que si el partidazo nos dejó sin merecido premio…Ansías una cosa y a veces sale otra. Como cuando vas a por un café de primera y sólo hay descafeinado por avería de la máquina.

Apunte final: Este lunes, a las diez de la noche, en Gipuzkoa Telebista inauguramos la temporada. "Tiempo Real" vuelve a la pantalla. Como Julia Roberts, pero en amplio…

Iñaki de Mujika