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¡Y el rifle disparó tres tiros…!

Reconozco que al partido de anoche en El Sadar (me cuesta llamarle Reyno de Navarra) le tenía ganas. Pensaba y recordaba hechos y situaciones pasadas. Desde aquel día horroroso en que firmamos casi la sentencia del descenso, no había vuelto al terreno osasunista. ¿Para qué?. Todavía mi memoria no es frágil y visualiza con perfección las vivencias que se acumulan en las páginas negras y mal escritas de la historia realista. Ayer, por obligación, tocaba. Entendía que se presentaba una nueva oportunidad de confirmar por juego y resultado que estamos en el buen camino, en el de la consolidación como equipo e institución.


Recuerdo que al entonces capitán del equipo, después de todo lo que nos pasó, le pedí que por favor se dejaran de acuerdos entre hermanos, de pactos de no agresión, porque de aquellos lodos salieron los barrizales que nos han mantenido con todas las de la ley (incluida la concursal) en Segunda División. Limpio el edificio por dentro y por fuera, sólo queda perseverar en las ideas y ejemplarizar a través de los comportamientos. ¡Pobres, pero honrados!.

Ayer estaba convencido de la victoria. La Real está bien y los partidos que ha disputado le han servido para darse cuenta de cuáles son los caminos del éxito y cuáles los del fracaso. Le llegaba el encuentro ante los navarros como una oportunidad de sumar y hacer camino. Además intuía que las aguas de los rojillos andaban turbias y que el desencuentro entre plantilla y entrenador es evidente desde hace tiempo. Cuando eso pasa, cuando los vestuarios se hartan de sus técnicos, comienzan los procesos, maniobras, comportamientos y resultados que terminan con el preparador en la calle. Camacho ve las cosas a su manera, dice lo que le parece y actúa en función de lo que siente. Muchas veces no gusta.

Con los unos convencidos y con los otros sin meter un gol todavía, Velasco Carballo dio el pitido inicial, oyendo el fragor de la grada, porque los seguidores de ambos bandos no ocultaron en ningún momento sus sentimientos. Lasarte, que anunció cambios, decidió mover tres fichas. Aranburu, sin convocar, dejó su sitio a Elustondo. Rivas, agotado ante el Madrid, cedió la vacante a Markel Bergara. Entre zurdos, Sutil salió por Griezmann. Rotaciones e incógnitas, con una dupla novedosa en los pivotes.

Todo se nos puso de cara. Volvió a marcar Tamudo y la grada se metió con el presidente y el técnico local. Pero a partir de entonces, ni estuvimos, ni se nos esperó. Apareció Pandiani, sacó el rifle y empató el partido. Luego, una suma de despropósitos que nos harán reflexionar y seguro mejorar la actitud. Se necesita para ganar y convencer.

Iñaki de Mujika